Carta desde Alemania

Y otras poesías

Mirando estaba para el cielo

y me encontré con tu cara,

con esa manera de mirarme

que se me parte hasta el
alma.

Quisiste besarme en la boca

para saludar la mañana,

y tu trajiste a mi lado

más claridad que trae el
alba.

Radiante con tu mirada

me despertó la mañana,

con una sonrisa en la boca

y tu soñar de muchacha.

Cogí mi petate al hombro

como si estuviese sin nada,

y vi una lágrima furtiva

en tu faz iluminada.

A veces recuerdo el día

que en la mañana ayunaba

porque con tu sola presencia

para comer me sobraba.

Ya debía despedirme

para venirme a Alemania

y así conseguir el dinero

para el hijo que nos lloraba.

Era triste marchar tan solo

y sin volver la mirada,

no sea que me arrepintiese

y me quedase sin nada.

No llores que volveré,

así te lo razonaba,

para no ver la angustia

que en tu cuerpo acechaba.

Quise besar al hijo

que nuestro amor nos
premiara,

y ver tu vivo retrato

como en un espejo en el agua.

Cogí presto ese tren

y tu pañuelo ondeaba,

muy pronto yo volveré

y serás mi bienamada.

Quisiera volver ahora

aunque sin dinero y sin nada

pero eso nunca lo haré,

por el hijo que nos lloraba.

Me quedé solo en el recuerdo

de tu carita encantada

cuando te entregaste a mí

siempre muy enamorada.

Yo te supe responder

con la fuerza de mi alma

y así te supe encender

como si fueses un ascua.

Así nos nació ese hijo

que en la cuna lloraba

y por eso te escribo esta
carta,

¡porque lo necesitaba!

Espero verte muy pronto

y al volver a la patria,

poder estrechar muy fuerte

tu cara contra mi cara.

Ahora ya me despido

en esta somera carta,

y te prometo volver

en Navidad y de mañana.

Las gotas del rocío

envolverán esta carta

y así te irá el recuerdo

de quien tu cuerpo soñaba.

Que yo sea tu marido

eso ni me lo imaginaba

que tu quisieses casarte

con este que te soñaba.

Espero que te llegue pronto

esta carta ilusionada,

y tu me puedas mandar

una parte de tu alma.

Así me despido yo,

y sin pesar y sin nada

porque con tu solo recuerdo

iluminas mi mirada.

LOS
DERECHOS DEL NIÑO Y DE LA NIÑA

No
reconocidos por la defensora de los derechos humanos los EEUU, en la declaración
de 20-nov. 1989

Santa
Bárbara da el consuelo

a ese niño cansado

de respirar el grisú

de la galería de abajo.

Al cumplir los catorce

un pulmón le ha dañado

pero debe trabajar

como si fuese un penado.

En sus ojos la tristeza,

la belleza de lo humano,

así me decía un gringo

que me escribió de Chicago.

Que le contase la niña

que su padre ha violado

y no la supo querer

¡me avergüenzo como
humano!.

Yo pregunté a Dios

por haberlo creado

así le pude convencer

que destruya lo que es malo.

Inventamos el demonio

hablamos del pecado

queriéndonos convencer

que el otro siempre es el
malo.

Esa película la conozco

aunque no vivo en Chicago

pero veo la foto de un niño

por el hambre maltratado.

También de una prostituta

que no tiene doce años,

que su madre ha vendido

y por un dólar la han
comprado.

Ya sufre de gonorrea

y no tiene doce años

se la contagió un marine

que en el barco ha marchado.

Así decía el periodista

que me escribió de Chicago

la belleza imperfecta

del mono que no es humano.

Y
eso así siempre será

salvo que seas afectado

tú pides pena de muerte

salvo que seas el juzgado.