Cambiante
Yo
se que nunca volverán las cosas que el tiempo llevó.
Que las flores en otras flores renacen, y su brillo el invierno opaco.
Que la primavera llega siempre para cobijarnos después del invierno frío.
Que al tibio sol en cada nuevo día la luna oculta en el atardecer.
Pero….aunque todo se repita monótonamente, NADA SERA IGUAL.
Las flores, los días, el tiempo no es el mismo.
NADA ES LO MISMO.
Por eso…..cuando el silencio se posa arrasando sin piedad, todo lo que después
vendrá…NADA SERA IGUAL.
Carta sin rumbo
Hoy te escribo amiga mía del alma, amiga eterna.
Para contarte todo sobre mi, de mis amarguras y tristezas, de mis alegrías y
sorpresas.
Es la primera vez.
Siento una tremenda angustia que me invade por dentro y no se porque.
Ya ha mediado otoño, y no pudo ser.
Me muerdo los labios y enjuago mis lagrimas al atardecer.
Mis ojos se empañan en vivo recuerdo……
Mi mente se empeña en recordar su ser.
Y, por mas contradictoria que sea mi ira, apartarlo de mis sueños no lo podré
hacer.
cabecita loca, me digo y repito. Mas no alcanzo a comprender y sigo en lo mismo.
Por Brecina
Laura
-Hola, me llamo Laura-. Bastaría decir que era lunes y de oficina y ya sería
suficiente, pero era más que eso, era un lunes triste, unos de esos días en que
la oficina, más que gris, se sentía marrón. Un día, una tarde, en la que uno
cree que los milagros están más lejanos y más imposibles.
-Hola, me llamo Laura- dijo y se sentó frente a mi, escritorio por medio,
sonrisa por medio. Apenas levanté la mirada, saqué mi sonrisa standard y le
dije cualquier cosa de las habituales, como en que puedo ayudarte, que deseabas
o yo qué se…
–He pasado muchas veces por aquí y quiero conocerte, alguien me dijo que eras
buena persona y bueno… me animé y entré. Conversamos un ratito, me contó de
sus 18 años, le hablé de mis cuarenta y tantos y se fue dejando un número de
teléfono.
Me
equivoco, me corrijo, se fue dejando una esperanza, se fue dejando un resquicio
de luz, de color, se fue y me dejó de regalo de que también los lunes, también
en la oficina y también a los cuarenta y pico, los milagros y las sonrisas
frescas son posibles.
Por Daniel Barrios
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