Cerró
las valijas, regaló las plantas y se vino.
La
nota decía:
“
¿Qué decirte que no sepas? Esto es un lugar común, sí. Ya lo hablamos, ya
sabíamos. Ya se que te dije que lo iba a pensar. Ya se.
Es
que la urgencia me vino recién anoche. Pablo: no tenemos un proyecto en común.
No lo dijimos pero no lo tenemos. Sí te dije en cambio que estaba esperando un
clic, un hecho irreversible, alguna seguridad absoluta. Y mirá: lo que llego fue una sensación imprecisa, incierta, ineludible, que es
casi lo mismo.
Vos
sabes. Vos me acompañaste a buscar mis raíces, revolviendo piedras en Galicia y en el sur de Italia, sabes que también intenté ser de acá, que
intenté caminar por la calle como si fuera mi calle, que intenté ser feliz y
que lo logré, y que sin embargo no fue bastante.
El
amor es así de indescriptible, es imposible explicarlo o traducirlo a palabras.
Por eso es que creo que esto que siento es amor. No hay salidas razonables, no
hay certezas de nada, no hay seguridades posibles.
Me
vuelvo a Argentina, Pablo.
Varias
veces me preguntaste que tenía ese libro que me enganchaba tanto. Una novela
histórica no es una verdad confirmada ni da un alivio novelesco.
Pero fijate,
fue un cable a tierra. Al cerrar el último tomo supe que el único lugar en el
mundo donde iba a estar “en casa” era en ese lugar maldito. Y nada va a
volver a estar bien sino no estoy en el lugar donde quiero estar.
Vos
me dijiste varias veces: “porque no extrañas como todos: te compras un
paquete de yerba, te haces tu propio dulce de leche en el horno, escuchas alguna
radio por Internet y mientras contás tus aventuras en las esquinas de tu barrio
te vas resignando y vivís
tranquila. Allá la muerte es muy fuerte.”
No,
si ya lo se. Y por eso creo que la única manera de explicarlo es decir que
esto que me mueve es amor. Por mas que escriba millones de páginas no podría
ni por un segundo hacer que entendieras que se siente, porqué es una necesidad
estar junto a esa gente que es como yo en un aspecto desconocido y profundo.
Gente, algunos, a los que odio con completa pasión y otros, a los que me llena
de orgullo sentir como iguales.
Pablo,
desde hace meses que tengo las raíces al aire, y aunque esa tierra las expulse,
voy a hacer lo imposible para que se afirmen y crezcan en ella. Y no es heroísmo,
es que sin ese país maltratado yo
voy a ser siempre solo una mitad melancólica.
Si,
este amor me condena. A veces pasa.
Cuidate
mucho. Gracias por todo. Te quiero. Mar.