El siglo Veintiuno nos encuentra con un
dramático cambio en las relaciones humanas. El modelo de familia típica está
en extinción, y entre las nuevas relaciones, se cuentan los casos de parejas
que, una vez separadas, siguen manteniendo un vínculo sexual.
Un chiste que puede ilustrar el punto de
lo que aquí se discute, es el de un padre que estaba en un hospital esperando
el nacimiento de su hijo: el enfermero salió de la sala de espera y le anunció
que ya era el padre de un hermoso y muy sano bebé, por lo que podía entrar y
hablar con su esposa ya mismo.
Frente a esta comunicación el padre le
contestó que no podía hacer eso, pues habían tenido una disputa legal y desde
hacía más de un año que ni se hablaba con su mujer.
El enfermero, totalmente desconcertado,
le dice "¿Cómo es que una pareja casada no ha hablado en un año? … ¿Cómo explica entonces este bebé? "Bien", dijo él,
"estábamos mal, pero tampoco queríamos estar peor".
Una verdad de la que
pocos hablan
En muchos casos, la separación afectiva
no es acompañada de una separación sexual. Muchos piensan que, si pueden
seguir gozando el sexo tan intensamente como cuando convivían en pareja, y su
ex mantiene la misma política, no debería haber nada malo con continuar la
relación en su faceta sexual.
De lo que hablamos, es de parejas que han
tenido el coraje de finalizar una relación que no los hacía sentir plenos.
Esta decisión es un paso adelante al compararla con parejas que se mantienen
juntas sólo por rutina o por su vida sexual, aún cuando el amor ya se haya
perdido.
Pero muchas parejas que se han divorciado, no
obstante, no pueden todavía aceptar una vida sin sexo, o sin el sexo que tanto
disfrutaban junto a su ex.
Sin embargo… ¿Es realmente correcto mantener este tipo de
actitud? ¿O acaso estamos hablando de una conducta patológica?
Ligado a esto… ¿Debería dejar de experimentar placer por
ciertas convenciones? ¿O se trata de una acción que se suele desaconsejar por
ser dañina emocionalmente? Por último… ¿Cuándo se supone que este tipo de
relación debería finalizar?
Más allá de los
prejuicios
Lo cierto es que nadie tiene la última palabra sobre
las relaciones humanas. Para algunos, puede haber divorcio afectivo pero no
sexual. Para otros, lo que realmente no se habrá separado es el vínculo
afectivo, por lo que el sexo será una forma de mantenerlo incluso después de la
separación.
Los más pragmáticos, afirman que el único
cambio es el del espacio físico, pues de hecho mantienen la pareja,
pero viviendo en casas separadas. La pregunta, en cualquier caso, vuelve a ser
la misma ¿En qué punto se puede hablar, entonces, de divorcio o separación?
Los especialistas afirman que a sus
consultorios llegan personas que sostienen tener sexo con sus parejas hasta
incluso después de tres años de separados.
En estos casos, ambos miembros de la
pareja suelen mantener relaciones con terceros, pero no por ello dejan de
tenerlas con sus ex. No es lo más común, por cierto, pero sucede.
Lo que también puede suceder, señalan
algunos de estos especialistas, es que exista un temor por parte de ambos de
quedar solos, o bien de ver que su pareja rehizo su vida. Así, antes que
quedarse solos, estas personas prefieren seguir manteniendo relaciones con su
ex.
Incluso, en muchas oportunidades parece
mucho más seguro y cómodo que quedarse completamente solos y salir nuevamente -ya en una edad no tan juvenil- a la verdadera montaña rusa que significa llenar
sus necesidades sexuales, en tiempos de Sida y de abundancia delictiva.
También, podría darse el caso de que mucho
del enojo y la angustia que provocan los divorcios, pueda ser por lo menos
aliviado mediante la seguridad de mantener un constante y seguro sexo, que además
está prontamente disponible.
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