Ahora el vino también puede alargarnos la vida

Alegrar la vida y alargarla, esa parece ser la cuestión. A decir verdad, el que posee el atajo a la longevidad es el resveratrol, nutriente que poseen las uvas y otras plantas. Entérese de los alentadores resultados de un estudio al respecto.

El resveratrol es un viejo conocido para el organismo humano, ya que se
encuentra en los vinos e incluso es usado con fines médicos, para combatir
trastornos cardiovasculares, algunos tipos de cáncer y toda una gama de
enfermedades asociadas con la vejez (como por ejemplo el mal de Alzheimer).

 

Pero la novedad en este caso es que este nutriente podría activar un “gen
de la longevidad”, que se manifiesta en las células estudiadas al imitar el
proceso de restricción calórica.
 

Tomando en cuenta que está comprobado que la restricción calórica alarga
el ciclo vital en ratones, ratas y otros mamíferos, queda claro que se está ante
la oportunidad de derivar algunos de estos beneficios hacia el género humano.

 

Una de las causas del envejecimiento es que las células más viejas
pierden su capacidad para replicar el ADN en cada nueva célula. Entonces, los
“errores” genéticos se acumulan hasta crear una suerte de “células-escombro”,
que dejan de funcionar prematuramente. La acumulación paulatina de este
“escombro” trae aparejada la muerte celular, y está vinculada con el proceso de
envejecimiento.
 

Se cree que el resveratrol, al estimular el “gen de la longevidad”, puede
reducir la frecuencia de aparición de estas células malformadas hasta en un 60%.

 

Claro que todo este optimismo debe ponerse en perspectiva. El estudio
mencionado, que data de agosto del año pasado, fue realizado sobre células de
levadura. Y no hace falta aclarar que hay un largo trecho entre levadura,
ratones y humanos.

 

Pero en vista de los alentadores resultados conseguidos (una extensión
del ciclo vital de las células de levadura del orden del 70%), los planes a
futuro incluyen una investigación genética para saber hasta qué punto el
resveratrol puede impactar en los humanos.

El vino, un viejo amigo que siempre sorprende

La medicina moderna parece tener una extraña atracción hacia esta bebida.
Ya son conocidos los beneficios que trae para el corazón. Pero además, el vino
ayuda a combatir el cáncer, la demencia y otros males que vienen con los años.
Ya hace mucho, desde la bioquímica se intentó desmenuzar al vino para encontrar
la fórmula mágica de su versatilidad medicinal.
 

Pero a nuestro nuevo amigo, el resveratrol, lo etiquetaron de sustancia
“tóxica”, y nadie le prestó mucha atención hasta que a alguien se le ocurrió
investigar por qué los franceses (que no le hacen asco a las grasas
precisamente) sufren tan poco de enfermedades del corazón. Una parte importante
de la respuesta a esa inquietud es el resveratrol que contiene el vino tinto.

 

Este nutriente es creado naturalmente por ciertos tipos de uva. Además,
también está en lugares tan impensados como en el maní o en los pinos. Ya que de
plantas hablamos, en la medicina tradicional asiática una de ellas (polygonnum
cuspidatum) es prescripta para quienes sufren del hígado o del corazón.

 

No fue sino hasta hace principios de los ’90 que se vio la vinculación
entre la “magia” de la medicina oriental y el balance que daba el vino a la
hipercalórica dieta de los franceses. Y pasados otros diez años, el
reconocimiento hacia las propiedades del resveratrol llega a lo grande.
 

Los estudios hablan de “una marcada actividad antioxidante”, “grandes
perspectivas para prevenir enfermadedes cardiovasculares”, “inhibidor de gran
poder” y “escaso a nulo efecto tóxico en células sanas”. De acuerdo a los
estudios publicados durante 2003, estaríamos en presencia de uno de los agente
más útiles y versátiles jamás descubiertos, capaz de combatir la más amplia gama
de problemas de salud en el hombre.

El resveratrol como ayuda cardiovascular

La fuerte capacidad antioxidante del vino (ahora atribuida casi
exclusivamente al redescubierto resveratrol) no es un secreto para nadie. En las
enfermedades del corazón, la oxidación de lipoproteínas de baja densidad son un
problema.

 

Esa es la razón por la cual la vitamina E se convirtió en un lugar común
en los tratamientos cardiovasculares: hasta ahora era el remedio más efectivo
contra en endurecimiento y afinamiento de las arterias.

 

Un agente que puede combatir esto es el óxido nítrico, un componente
crítico en la relación entre el corazón y las arterias que permite una más
fluida circulación de la sangre. Su función hace que los vasos sanguíneos se
“relajen”.

 

Y precisamente el efecto antioxidante del resveratrol lo que hace es, al
detener el daño causado por los radicales libres, liberar las arterias mediante
un aumento en el óxido nítrico.

 

Sin embargo, los procesos de oxidación producen otros radicales libres
que la vitamina E no combate, y que también son un problema. Ya hay estudios que
comparan la acción antioxidante de esta vitamina con la del resveratrol. Y si
bien las conclusiones otorgan una leve ventaja al resveratrol, el mejor enfoque
siempre será la combinación de ambos, para asegurarse de no dejar ningún frente
al descubierto.

 

Aunque el resveratrol difícilmente pueda ser dejado de lado: posee
beneficios adicionales, como prevenir ataques al corazón. Esto lo consigue
deteniendo la proliferación celular en los vasos sanguíneos (que pueden causar
el afinamiento arterial) y además impidiendo que las células se peguen unas a
otras, entorpeciendo el tráfico sanguíneo.

Un nuevo aliado en la lucha contra el cáncer

El resveratrol se ha mostrado aparentemente apto para combatir distintos
tipos de cáncer. La lista es –afortunadamente– larga, e incluye al cáncer de
riñón, colon, esófago, próstata, piel, páncreas, hígado y pulmón, entre otros.
También al melanoma, la leucemia, el cáncer de mama y ovarios en la mujer y
diversos tipos de linfoma.

 

Para los expertos, el área más dinámica y que más promete cuando hablamos
de resveratrol son las investigaciones sobre cáncer. El resveratrol sirve tanto
para la prevención como en el momento del tratamiento, y es la primera medicina
natural que es capaz de bloquear efectivamente el avance de las células
cancerígenas, según los datos que se poseen hasta aquí.

 

La capacidad del resveratrol para combatir el cáncer se basa
principalmente en su habilidad para distinguir una célula cancerígena de una
sana. A diferencia de la quimioterapia, que afecta tanto a unas como a otras, el
resveratrol no daña a las células normales; y lo que es más importante, actúa
protegiéndolas del ataque de las enfermas.

 

Entonces, vemos que la sofisticación en el accionar del resveratrol no se
limita a combatir radicales libres. También activa y desactiva enzimas, hormonas
y genes, bloquea la metástasis (entre el 30% y el 70%, siempre según los
estudios recientes) y potencia el efecto de la vitamina D, vital en el
tratamiento del cáncer de mama.

Saber elegir con sabiduría

Con todos estos datos en la mano, ¿se puede confiar a ciegas en el
resveratrol que contiene el vino? ¿De qué cantidad hablamos en realidad? Bueno,
la respuesta no es fácil. Por su modo de elaboración, siempre se encontrará más
de este nutriente en el vino tinto que en el blanco.

 

Pero atención: esto no significa que todos los vinos tintos sean un
reservorio seguro de resveratrol. Si, por ejemplo, durante el crecimiento de la
uva la planta fue tratada intensivamente con pesticida, lo más probable es que
la cantidad de resveratrol haya disminuido drásticamente.

 

No es difícil imaginar, en este contexto y si los estudios siguen siendo
alentadores, que el resveratrol se convierta en un elemento importante a tener
en cuenta a la hora de pensar el marketing de un vino. Y si de mercado hablamos,
ya están a la venta suplementos de resveratrol en pastillas.
 

El hecho concreto es que sus aplicaciones son muchas, y uno debe elegir
cómo tomar lo mejor de este nutriente.
Quizás lo mejor sea combinar lo mejor de ambos mundos y brindarse al placer de
Dionisio sin culpas, con la tranquilidad adicional de saber que nuestro
organismo también se beneficia.


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