Alternativas naturales para la enfermedad de Parkinson

Terapias naturales y complementarias de utilidad en el tratamiento del mal de Parkinson

Las alternativas naturales son de fácil
acceso y actúan sobre muchos de los procesos de muerte celular asociadas a la
enfermedad de Parkinson.
Dichas alternativas son particularmente eficaces en las primeras etapas de la
enfermedad, cuando los síntomas recién aparecen y las drogas habituales no han
sido prescritas aún.
Asimismo, los suplementos naturales son muy bien tolerados por los pacientes,
sin los efectos secundarios relacionados con las prescripciones farmacológicas
convencionales. 

La tirosina y la fenilalanina son
aminoácidos precursores de la dopamina, extraídas de alimentos proteicos  y suplementos. Debido a que las proteínas
interfieren con la absorción de la 
levodopa, su consumo debería limitarse a una sola comida cuando se
comienza el tratamiento farmacológico.
La vitamina B6, el zinc y la hormona suprarrenal DHEA también han dado buenos
resultados al incrementar la formación de dopamina en el cerebro. 

La vitamina B6 debería tomarse 3 o 4 horas
después de la última dosis de levodopa, pues esta vitamina, en algunos casos,
puede hacer que la levodopa se transforme en dopamina en la sangre antes de que
ésta alcance el cerebro.

Un enfoque mayor en el tratamiento de la
enfermedad de Parkinson es el de reducir el estrés oxidativo, y los
tratamientos naturales son útiles en ese sentido.
Los agentes quelantes eliminan el hierro cerebral y otras toxinas que
contribuyen a la formación de radicales libres. Los antioxidantes también
actúan como quelantes, y los mejores resultados se logran cuando la combinación
de ambos es usada.

Las alternativas incluyen vitaminas C y E,
polifenoles encontrados en el té -verde y negro-, bioflavonoides -que son las
sustancias que dan los colores rojo, rosa y púrpura a flores, frutas y
vegetales, extracto de semilla de uvas, y tocotrienoles del aceite de palma, y
la cúrcuma. 

El rol del glutatión es de un interés
especial en la enfermedad de Parkinson, ya que es un metabolito del aminoácido
esencial metionina. El glutatión se halla en las células de todo organismo
viviente.

Un billón de años antes de que la vida
apareciera en la tierra, cuando la atmósfera era gaseosa y tóxica, las células
tenían que incorporar antioxidantes como el glutatión para sobrevivir. El
glutatión también ayuda a transportar los aminoácidos a través de las membranas
celulares. 

El glutatión no es rápidamente obtenible
de alimentos, pero se encuentra disponible en forma de suplementos.
Los niveles adecuados de glutatión en el cuerpo dependen de la cisteína,
la glicina y del ácido glutámico
. De ellos, la cisteína es la que más escasea. La
cisteína es un derivado de la metionina, un aminoácido esencial que transporta
grupos metilo y sulfuro dentro del cuerpo para formar proteínas. Para asegurar
la cantidad adecuada de glutatión, uno puede comer alimentos ricos en sulfuros,
como yemas de huevo, pimientos rojos, y cebollas. Otra forma de elevar los
niveles de  glutatión es complementando
la cisteína del cuerpo con la N-acetilcisteína o L-cisteína.
 

El apoyo metabólico para la mitocondria ha
sido demostrado con la fosfatidilserina, acetil-l-carnitina, y la
coenzima Q10. Por otro lado, un estudio reciente vincula la creatina, un
aminoácido compuesto de metionina, glicina, y arginina, con el metabolismo de
la mitocondria. 

Si de alternativas antiinflamatorias se
trata, las opciones son muchas. Drogas anti-inflamatorias no esteroideas de
venta libre como la aspirina y el ibuprofeno, han mostrado gran eficacia en la
enfermedad de Parkinson. El té verde y el negro también reducen la inflamación,
al igual que hierbas como la enredadera de China Meridional (
Tripterygium
Wilfordii
) y la albahaca morada (Ocimum
sanctum
).  Los
extractos del árbol de Amur (phellodendron amurense) han sido usados
tradicionalmente en la medicina oriental y han sido probados como inhibidores
de la COX-2 (el mismo lugar de acción de muchas drogas antiinflamatorias). 

Por otro lado, el magnesio y el aminoácido triptófano -encontrados en el
pollo, bananas y leche- mitigan la disquinesia que puede ocurrir con las
terapias con dopamina.

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