Nombre vulgar: Cicuta común, cicuta manchada.
Planta sumamente venenosa, se la confunde fácilmente con
el perejil. Originaria de Asia Oriental, crece en Europa, USA, Canadá y Chile.
Los antiguos romanos, entre ellos Plinio y Dioscórides, notaron con sorpresa que no producía ningún efecto tóxico
en las cabras y los carneros, siendo venenosa para humanos, conejos, bueyes y
caballos. En el hombre produce sed, cefaleas, cólicos gástricos, vértigos,
delirios, enfriamiento general y muerte.
Hipócrates, Galeno,
Avicena y multitud de otros médicos,
pertenecientes tanto a la Antigüedad como a la Edad Media o al Renacimiento,
empleaban la cicuta como medicamento de uso interno para tratar tumores, para cólicos
de toda clase y para calmar ardores de matriz.
Los frutos son menos activos que las hojas y se utilizan
para fabricar el anís.
Los griegos hacían beber a los condenados a muerte un
brebaje a base de cicuta (recordar la muerte de Sócrates). El mismo Plinio la
utilizaba para trastornos cutáneos, del sistema nervioso y el hígado, para
tumoraciones de mama y cáncer, y para calmar el deseo sexual.
Botánica Oculta:
El jugo de esta planta formaba parte de la “Pomada de los Brujos”, con la cual se untaban todo el cuerpo para asistir a la
fiesta sabática denominada Aquelarre.
Las prohibiciones de
la Iglesia durante la Edad Media y el Renacimiento, según cánones sacados de
libros penitenciales de Teodoro, arzobispo de Canterbury y de Eybert, arzobispo
de York, entre muchos otros, demuestran la unanimidad de criterio en condenar a
todos los que se fijaron en “señales supersticiosas” para plantar árboles y
hierbas, y para los que recogían “hierbas medicinales, añadiendo al acto de
recolección palabras de encantamiento se les asignaba una penitencia de veinte
días durante las fiestas legítimas
de la Iglesia.
Preparada con vino produce un sueño letárgico a los pájaros.
La Homeopatía: desde mediados del siglo XIX ensayó su uso reiteradamente, hasta
encontrarla casi infalible en enfermedades tumorales benignas y malignas de las
glándulas (displasias mamarias, ganglios tumorales, endurecimiento tumoral de
glándulas salivales, etc.).
El ensayo homeopático en personas sanas demostró una asombrosa
eficacia en vértigos de origen vascular y vestibular.
Las enfermedades tumorales de la próstata cuentan con ella
como aliada de primera línea.