No es bueno que el hombre este solo, han sabido decir por ahí,
y yo me atrevo a decir que tampoco es bueno que la mujer este sola.
Teniendo en cuenta que la relación demográfica hombre-mujer no nos beneficia:
(siete de nosotras para ellos contra uno para nosotras) hay que tener más
cuidado con el searching amoroso.
Además, el
que se hace a los veinte, convengamos que es más fácil y fluye más naturalmente
que a los cuarenta.
Las cuatro décadas es una mixtura de experiencia y
juventud con lo cual, sola pero no desesperadas, tendremos que ser más sabias a
la hora de echar el ojo para apuntar bien la bala o bien, asesorar a Cupido, que
a veces se equivoca demasiado, haciéndolo entrar en
razones, diciéndole donde meter bien sus flechas para no andar errando,
así como así, por la vida.
Esbozo de guía práctica: de
algunos “No” de la mujer cuarentona. Siempre tendremos a nuestro favor la
opción de apelar a la excepción de la regla
|
Las comparaciones nunca son buenas pero que las hacemos, las hacemos igual,
así que es como con lo que se dice de las brujas: “yo creer en las brujas no
creo (reemplácese comparaciones por brujas) pero que las hay, las hay”;
entonces, creer o reventar.
Si nuestros ex ya peinan canas, tienen calvicie y
pancita incipiente, es hora de decir: tentación vade retro, porque como efecto
retráctil, hasta que acostumbremos los ojos a lo que hay, es teledirigir nuestra
mirada a algún joven musculoso, y lo primero que
tenemos que poner es pies en polvorosa, le explico porque.
Es de público conocimiento que la
adolescencia
(especialmente la de ellos) se extiende en el tiempo, eso nos llevará a
esquivar las variables, siempre incómodas, en su comportamiento y/o forma de
vivir:
Por empezar:
a) comparten techo con sus padres a pesar de pisar la
treintena o haberla pasado ya; por seguir:
b) se entienden con gente de su
generación amen que con la nuestra (obvio, ¡que vivo! porque nosotros los
entendemos: primero por haberla vivido primero y segundo por haber sobrevivido;
así cualquiera) pero nos ponen en jaque cada vez que una chica de su rango etáreo se le acerca; desplegando nuestros celos que siempre están a la orden del
día
c) nuestras “amigas” les echan el ojo y probablemente tengamos que empezar a
tachar de nuestra lista de contacto a varias de nuestras confesoras;
d) no
quieren relaciones formales;
e) nos dejan esperando al lado del teléfono por un
llamado que probablemente nunca llegará, pasados los primeros efusivos
encuentros carnales, lo que nos obligará a consumir kilos de helado mientras
miramos pelis por cable, mientras dure la dulce espera (no por lo que esperamos,
precisamente, sino por lo que consumimos);
f) como explicación a los reiterados
plantones tienen una batería de excusas a la carta y a gusto de la consumidora,
al estilo de: “no…lo que pasa es que no pude avisarte porque me quedé sin
batería en el celu” o “me olvidé de contarte, de puro colgado nomás, que justo
tenía la despedida (no se sabe si de soltero o de este mundo, siempre es a
confirmar a último momento ese tipo de cosas) de un amigo ó la bienvenida al
club de divorciados del último casado; y un largo etcétera de malabares
dialécticos con los que quieren disculparse para que no dejemos sus jeans
gastados y su remera favorita de ac/dc en la calle, por ende es dable recordar
que con los chicos, no.
2) Solterón empedernido
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Por lo general son edípicos: adosan mamá porque
invariablemente, en su gran mayoría, viven con mamá, sra a la que ud.,
automáticamente, convierte en
suegra.
Por ende, escuchará frases del estilo: ¿
puede venir mamá a dormir esta noche a tu casa, en el cuarto de huéspedes por
supuesto?, a lo cual nuestra mirada, involuntariamente, trasmite en una de bulldog asesino y trata de dulcificar su voz para preguntarle
¿Donde querías
que durmiera querido, con nosotros; eh, con nosotros? Y una vez que planeamos
una planificación familiar, indudablemente ella viene incluida, para vivir en
amargo montón.
Aún imaginándonos de sobrevida, no nos evitará frases del
estilo: “mamá hace mejor las milanesas” y encima te sugieren: ¿por qué no le
pedís la receta?
A lo cual nosotras haremos un esfuerzo extrahumano para
refinar el estilo a la hora de decirle "Y por qué no te cocina ella ya que
estamos".
Ni que hablar que tengamos que recordar que nosotras también seremos
suegras antes de contestarle cuando nos dice, ya más en confianza, el nene,
(recordar también que es su hijo además de nuestra pareja y que hace un buen
tiempo que cumplió la mayoría de edad), está muy flaco, o no tener un ataque de suegricidio cuando la escuchamos llamar a su hijo por un diminutivo. Ella con
parecidos casi idénticos a los papiros y él un veterano bien plantado.
3) Jóvenes, solteros y con domicilio ambulante
Son los de las estratagemas y coartadas brillantes hasta que descubrimos que se
tomaron su tiempo para informarnos de su condición sexual, y nos damos cuenta
que a Victor le gusta ser Victoria de vez en cuando o como diría Sabina, en vez
de Don Juan te llamaremos Juana La Loca.
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