La comida es una fuente de nutrientes y energía. Sin los alimentos no lograríamos llevar a cabo nuestras actividades cotidianas. Nuestros músculos perderían tono, el sistema nervioso fallaría, etcétera. Todos necesitamos comida.
Sin embargo, la comida además tiene otro rol en nuestras vidas; un rol de confort y entretenimiento. Culturalmente e instintivamente preparamos y servimos comidas para confortar a aquellos que han experimentado pérdidas, para celebrar la alegría y para demostrar amistad o amor.
¿Qué es la alimentación emocional?
Ver la comida como algo más que sólo una fuente de energía, y disfrutarla simplemente por la satisfacción que provoca no tiene nada de malo. De hecho, la ciencia muestra que la comida puede promover los buenos sentimientos a través de reacciones químicas ocasionadas en nuestros cerebros.
Lo que sí es un problema, es cuando un individuo no puede experimentar dolor, ansiedad, diversión o aburrimiento sin que la comida sea un medio para enfrentar esos sentimientos, o cuando se encuentra obsesionado con la comida, el peso y la dieta.
Los comedores emocionales utilizan la comida como una forma de distraer la atención de determinados sentimientos. No obstante, ingerir esos alimentos conduce a sentimientos de culpa, que sólo pueden ser apaciguados con más comida, dieta restrictiva, ejercicio excesivo o evacuando.
Esta clase de personas tiende de valorarse según el peso o de acuerdo al cumplimiento o no de una dieta. A raíz de esta relación distorsionada con la comida, los alimentos son calificados como “buenos” o “malos”.
¿Pero un alimento tiene esas características de bondad o maldad? ¿Acaso una arveja puede salirse de su guiso y golpearnos en el ojo? La alimentación emocional puede derivar en serios desórdenes alimenticios y en depresión.
¿Eres un comedor emocional?
¿Te inclinas hacia la comida por otras razones que el hambre? ¿Te obsesionas con pensamientos acerca de la comida?
¿Pruebas dietas con regularidad y fallas, desencadenando una sensación de culpa y exceso? ¿Piensas en purgarte lanzando o utilizando laxantes? ¿Ejercitas compulsivamente cuando crees que has comido demasiado?
¿Cómo recuperarse?
Cuando el comedor emocional falla en mantenerse apegado a una dieta experimenta sentimientos de culpa que sólo pueden ser sofocados con más comida, más culpa y más castigo.
En lugar de tratar de concentrarse en lo que ingiere, el comedor emocional necesita aprender nuevas técnicas para lidiar con las emociones estresantes. A menudo, se requiere la ayuda de personal profesional o psicoterapia.
Se trata de encontrar una forma de reemplazar el regocijo que proporciona el alimento y volver a dar a la comida un rol saludable.
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