La mayoría de los
alumnos estudian principalmente por los
apuntes
del profesor o
por su libro de texto, sin haber construido su propia versión de aquello que
quieren aprender. Esto hace que dependan en gran medida de que el examen se
parezca al material de clase, dejándolos indefensos ante cualquier cambios.
La
metacognición facilita sacar buenas notas
Algo que distingue muy bien a los aprendices novatos de los expertos, es que los
segundos utilizan muchas estrategias para consolidar la información que aprenden
y las ponen continuamente a prueba, mientras que los novatos emplean siempre las
mismas.
Los expertos, saben lo que han aprendido en todo momento y diseñan estrategias
para conseguir comprender e integrar aquello que se les resiste. La base de
estas acciones es un proceso conocido como Metacognición. Vaya palabreja, ¿no?
Con el siguiente ejemplo, entenderás su significado.
No sé si eres buen cocinero, pero si te pregunto: ¿cómo se puede freír un huevo
sin aceite? Estoy segura de que sabrás cómo hacerlo: con mantequilla, con
manteca, con un poco de agua, etc.
Las primeras veces que freímos un huevo, pensamos que el aceite es un
ingrediente esencial y por eso garantizamos que haya en la despensa.
De hecho,
no nos planteamos hacer un huevo frito de otra forma hasta que nos quedamos sin
aceite en plena faena culinaria; y es precisamente esta experiencia la que nos
prepara para afrontar la situación de cocinar un huevo sin aceite.
Para
aprobar hay que saber adaptarse a los cambios
Con cada asignatura y en cada nivel educativo, los alumnos deben superar un
nuevo reto académico que implica tanto utilizar sus habilidades cognitivas
actuales como trabajar para mejorarlas. Para conseguir estos objetivos es
imprescindible la puesta en práctica de la Metacognición.
La metacognición es la capacidad de planificar qué estrategias de aprendizaje se
han de utilizar en cada situación, aplicarlas, controlar el proceso, evaluarlo
para detectar posibles fallos, y como consecuencia… transferir todo ello a una
nueva actuación. En otras palabras: ser como McGyver.
Si tienes más de 30 años seguro que habrás visto McGyver alguna vez. Era una
serie de televisión de los 80 protagonizada de por Richard Dean Anderson.
MacGyver se hizo famoso por su destreza para improvisar soluciones que le
permitían escapar de cualquier situación extrema utilizando su arma más
peligrosa: la inteligencia.
No importa dónde y cómo lo encerraran, este agente secreto observaba su
alrededor, y empleando los materiales que allí se encontraban y los que llevaba
en el bolsillo, siempre se salía con la suya. De hecho, era un experto en
metacognición.
Los aprendices expertos son en realidad Mcgyvers de los estudios, que cuando
tienen dificultades, en vez de bloquearse, idean una estrategia para salir
airosos de la situación y convertir el problema en una oportunidad para ser
competente en una nueva área.
Cómo aprender a
ser un McGyver en los estudios
Cuando somos pequeños todos somos Mcgyvers por naturaleza, siempre estamos
investigando, experimentando y probando cosas nuevas. Pero cuando llegamos al
colegio normalmente nos enseñan una única forma de hacer las cosas. Pero, ¿sabes
una cosa?
No existe ninguna persona que haya sido considerada como un genio para la
humanidad que haya seguido al pie de la letra la forma de aprendizaje que le
enseñaron en la escuela. Albert Einstein, Thomas Alba Edison y Pablo Picasso son
claros ejemplos de ello. No aprendieron como los demás, pero llegaron a
desarrollar su elemento porque se conocían muy bien cómo aprendices.
Para ser un Mcgyver de los estudios, el aprendiz debe plantearse una sencilla
pregunta: ¿cómo aprendo mejor? Quizás comprenda y recuerde mejor las cosas
cuando ve una película o cuando escenifica un tema de historia. Mi propuesta y
la de muchos expertos como Ken Robison es la misma: que aprendan utilizando su
elemento.
Si un estudiante traslada cualquier contenido que desee adquirir al contexto de
su elemento, es decir, aquello que le apasiona, aprender se transformará en un
juego. Un divertido reto que tendrán que resolver para conseguir dar un paso más
hacia el desarrollo de sus talentos y convertirse en aprendices expertos.
En resumen, para rentabilizar las horas de estudio y dar lo mejor de cada uno en
los exámenes, hay que saber adaptarse a los cambios y desarrollar la
metacognición. Algo que es más fácil de desarrollar si lo aprendemos en nuestro
elemento.
Por
Jenny Guerra Hernández
www.AprendeFacilmente.com
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