Existe una tendencia por parte de las personas de asignar a causas desconocidas e incontrolables el origen del éxito y del fracaso. De esta manera dejan librada su vida al azar, sin comprender que así pierden la oportunidad de construirse una existencia plena de posibilidades.
Mucho tiene que ver con esta actitud la educación que se nos imparte desde niños. Se nos enseña que la única manera de obtener logros está basado en el esfuerzo y en el sacrificio personal.
Pero la realidad indica que no son las personas que más se esfuerzan y sacrifican las que mejores resultados consiguen.
La verdad es que los seres humanos tenemos el poder de crearnos las circunstancias que deseamos.
Se trata de un poder totalmente natural con el cual todos nacemos, que responde a Leyes Naturales perfectamente identificables y que por así decirlo, se
alojan en nuestra mente subconsciente.
Ocurre que sólo una pequeña minoría conoce este poder innato, el resto lo desconoce totalmente y sin saberlo, transcurre su vida creándose situaciones que dependen de su actitud mental.
Este desconocimiento hace que las personas vivan en la incertidumbre permanente, con miedo y llevando una vida de escasez, cuando la abundancia debería ser la regla y no la excepción.
El gran éxito de ventas que tienen los llamados libros de autoayuda, indica que existe una necesidad de encontrar respuestas.
Salvo contadas excepciones, este género de libros es poco lo que aporta, ya que no enseñan cuáles son las verdaderas y profundas causas que permiten obtener logros y abundancia.
La prosperidad, el mantenimiento de la buena salud y la realización personal en el plano afectivo, se obtienen a partir del conocimiento de cómo operan las Leyes Naturales de cumplimiento inexorable y que gobiernan todas las realizaciones de las personas.
Las cuatro Leyes fundamentales son:
1. La Ley de Causa y Efecto, que estipula que “a iguales causas, iguales efectos”. Según esta Ley, sólo es necesario reproducir las causas del éxito para obtenerlo.
2. La Ley de Atracción, mediante la cual atraemos hacia nosotros aquello sobre lo que fijamos nuestra atención e interés. Esto puede ser favorable o desfavorable, según nuestro interés esté guiado por el deseo o el miedo.
3. La Ley de la Vibración, que al contrario de lo que ocurre en la física, estipula que los polos iguales se atraen y los opuestos se repelen.
4. La Ley de la Compensación, que estipula que recibimos aquello que damos. En otras palabras, debemos dar para poder recibir.
El significado de estas Leyes puede parecer oscuro en un principio, pero a medida que se las estudia, su funcionamiento es fácilmente comprensible.
Sabiendo cómo operan, podemos ponerlas a trabajar en nuestro beneficio. Si no sabemos cómo operan, igual harán sentir sus efectos, pero estarán fuera de nuestro control.
La llave maestra para controlar la operación de estas cuatro Leyes fundamentales está en nuestra mente
subconsciente. Todas las herramientas para lograr esto, los seres humanos ya las tenemos desde nuestro nacimiento.
Resumiendo, es perfectamente factible para todas nosotros, erradicar la incertidumbre de nuestras vidas, controlando conscientemente las causas del éxito o fracaso. Así, es posible diseñar nuestra existencia en función de nuestros deseos.