La gran marca de la ciudad es el río Duero, que divide como un tajo las dos
zonas más bonitas. Lo bueno es que de una a la otra se puede cruzar por un
puente (entre varios), llamado Dom Luís I, que fue diseñado por un socio de
Gustave Eiffel, el constructor de la emblemática torre.
Las calles son empinadas. Se las
puede recorrer en un tranvía antiguo o, por debajo de la ciudad, en metro. Pero
siempre lo mejor es caminar, para lo cual hay que ir con un buen calzado y
paciencia.
Porto se vuelve conocida cuando los
ingleses empezaron a mandar los vinos portugueses a Inglaterra por el Océano
Atlántico, con el inconveniente de que se les avinagraban en el camino.
Así que los empezaron a fortificar con alcohol para que soportaran el viaje, y
descubrieron que ese alcohol los transformaba en unos vinos dulces de alta
calidad.
En una de las orillas del Douro está
Vila Nova de Gaia, la zona de las grandes bodegas. Entre medio hay una buena
cantidad de cafés y restaurantes, como para no llegar con el estómago vacío a
las degustaciones.
Mientras uno se sienta en esos
cafecitos puede observar en el río a unas embarcaciones que se llaman rabelos,
pintadas con las marcas de los portos.
Antiguamente se los transportaba así
hasta los barcos más grandes que los llevaban hasta Inglaterra. Una
particularidad de Porto es que tiene un centro comercial en cuyo techo no sólo
hay un jardín sino también olivos plantados.
Del otro lado del río está la
Ribeira, la zona más arquitectónica y comercial: se trata de uno de los barrios
más importantes a la hora de conocer el centro histórico, con coloridas y a la
vez decoloradas fachadas que llaman la atención a todos los visitantes.
Es preciosa, con edificios con
azulejos característicos (especialmente la estación de trenes) y calles bien
empinadas.
A la ciudad se puede llegar por
cualquier vía convencional, como avión, tren o auto.
Es bueno saber que, si se lo hace en auto, las carreteras, construidas por la
Unión Europea, son excelentes, y que el combustible es un poco más caro que en
España (una comparación inevitable porque España es el único país con el que
limita Portugal).
Pero así como el combustible es más caro, las comidas y servicios son un poco
más baratos.
En Porto también se encuentra el
Café Majestic, en la Rua da Santa Catarina, en pleno centro. Un biógrafo de J.
K. Rowling asegura que la autora escribió allí parte del primer volumen del best
seller Harry Potter, mientras estaba casada con un periodista portugués.