Ah sí, seguro que ocurrirá. Es una profecía. Estarás desayunando un día junto a
tu mujer. Entonces la mirarás entre los humeantes vapores de tu taza de café con
leche.
El ruido de las tostadas crujientes en tu cabeza. Tragas y dices, con total
seriedad: “Querida, ¿nos vamos a Eslovenia esta noche?”
Es muy posible que tu idea sea tratada con liviandad, y rápidamente desechada.
Por suerte, esto es algo positivo.
Pero, por si acaso ella llegara a subirse a tu arrebato turístico, aquí te van
algunos consejos para ayudarte a evitar los escollos asociados con la
incontinencia turística de la crisis de los cuarenta (que no siempre tiene que
venir a los 40).
Planifica la espontaneidad
Los viajeros de último momento suelen conseguir la peor aerolínea, los peores
hoteles, los precios más caros por el alquiler de autos, lo peor de lo peor en
todos los rubros.
Los viajantes de negocios, con necesidades repentinas e inflexibles, y los
viajeros de recreación, que no planifican con antelación, son los clientes con
los que la industria del viaje gana mayor cantidad de dinero.
Si te decides a salir de un momento a otro, utiliza uno de esos sitios Web
especializados en ofertas de último minuto en cuanto a vuelos y hotelería.
De hecho, esta metodología ha sido más que conveniente para las aerolíneas, que
han mejorado sus finanzas al minimizar el número de asientos no vendidos en sus
vuelos. Desde luego, siempre es posible encontrar alguna ganga a través de un
agente.
Si hay algún lugar que siempre deseaste visitar —las grandes pirámides de
Egipto, la Muralla China, los Pirineos, o la cabaña de tu abuela en un inhóspito
pueblito de Suiza—, toma la decisión de hacerlo, establece una fecha tentativa,
grávala en piedra, y comienza a prepararte a dicho fin. Haz de todo el proceso
una gran aventura.
¿Jamaica o un viaje de cabotaje?
Puede que tengas que modificar el destino de tu incontinencia turística para
adaptarlo a tu presupuesto.
¿Siempre soñaste con visitar las Islas del Pacífico Sur o pasar una velada
romántica en un café parisino, pero no puedes afrontar la tarifa aérea? Tal vez
debas buscar un destino similar más cerca de tu casa.
Algunas de las Islas del Caribe ofrecen un ambiente tropical similar. Al mismo
tiempo, ciudades como Montreal o Buenos Aires tienen el gusto de Europa sin la
acidez que producen las agrias tarifas de cruzar el atlántico o el cambio
monetario.
Las deudas del viaje irresistible
La urgencia de hacer algo nuevo y diferente —e inmediatamente— puede convertir a
un adulto ahorrativo en una máquina de gastos y endeudamientos. Recuerda lo
siguiente: No te endeudes para pasar unas vacaciones.
Las deudas son para inversiones de capital, como mejoras o reparos en el hogar,
electrodomésticos, o automóviles. O, asimismo, son para la educación de tus
hijos o para una crisis financiera que no te dejen opción.
Las vacaciones son algo para lo que tú ahorras, o algo a lo que destinas un bono
de reembolso fiscal, por ejemplo. Utiliza la tarjeta de crédito por un hecho de
conveniencia, pero asegúrate de cargar más de lo que puedas pagar en algunos
meses.
El ritmo de tu compás moral
Para algunas personas, este ritmo metafórico, imperceptible pero existente,
comienza a vibrar, incluso a temblar, durante una época de la edad mediana o de
la crisis de los 40.
Lugares como Las Vegas, con el famoso eslogan “lo que ocurre en Las Vegas se
queda en Las vegas”, pueden ser irresistibles para alguien en plena crisis, pero
ten en mente una cosa: el eslogan está equivocado.
Está bien hacer algo salvaje y alocado; algo que comúnmente no harías en tu vida
diaria. Si normalmente no practicas ala delta o no cantas karaoke ni comes
animales muertos que ni siquiera reconoces, hazlo durante tus vacaciones. Mejor
para ti.
Pero si tu interpretación del eslogan pasa por engañar a tu esposa, usar
sustancias ilegales o hacer cualquier otra cosa que podría arruinar tu vida,
entonces debes saber que podrías arruinar tu vida en un fin de semana. No lo
hagas.
Las enfermedades no se quedarán en tu destino de
vacaciones una vez que vuelvas a casa. Los registros criminales no serán
secretos para tu empleador.
Un aspecto importante de esta crisis, de este ardor inexplicable, es que pronto
pasará. Tal vez cambies tu estilo de vida o te reconcilies con la vida que has
llevado. En cualquier caso, siempre cargarás con la culpa de haber hecho algo
moralmente incorrecto. Y ésa sí que es una carga pesada.
Compras
Ésta es la época de la vida en la que las personas llegan a casa con autos
deportivos, computadoras, y zapatos estrafalarios e incómodos que ni siquiera
pueden pagar.
Está bien. Después de algunos días, si la razón vuelve a cobrar dominio sobre la
irracionalidad, esas cosas pueden devolverse y el daño financiero puede ser
deshecho. A menos que, desde luego, hagas una compra extravagante, basada en tus
emociones e impulsos, en la otra punta del planeta.
Definitivamente no podrás ir a una galería a vender esa pieza de arte de miles
de dólares que compraste a un viejo en un mercado de una pequeña aldea en el
centro de Hungría.
En un primer momento, creías que se iba a ver genial en la pared de tu living,
pero ahora que está allí caes en cuenta de que tus cálculos no estaban del todo
acertados. Tal vez puedas guardarlo en el sótano y regalarlo para el casamiento
de una persona especial.
¿Y los chicos?
Para algunos individuos, la crisis de los 40 es simplemente una reacción a las
necesidades de la rutina de ser padre o madre, sostén de familia, ama de llaves,
psicoterapeuta, entrenador de fútbol, planificador financiero, chofer de taxi,
cirujano, periodista, o cualquier otro rol que ellos —y sólo ellos— deban
desempeñar. ¿Puedo sugerir que el viaje sea sin niños?
Desde luego, son adorables y los amas más que a cualquier cosa, pero también
pueden estar volviéndote loco. Una semana o algunos días lejos, con tu esposa o
tus amigos, o simplemente contigo mismo, puede ser lo que estás necesitando para
volver a poner las cosas en perspectiva.