Se la puede llamar de mil formas, “Venecia del norte”,
“Bohemia por excelencia”, “Cuidad libertaria”. Como sea.
No existen las trabas, ni los límites
extremos. Todos prueban
Comenzó como un pueblito de pescadores a orillas del río Amstel. La historia
hizo lo suyo, invasiones, guerras, casamientos y navíos. Del siglo XVII quedan
las casa señoriales y los puentes.
Los holandeses corresponden a una raza germánica, rubios, altos, de buen porte y
ojos claros. Sin embargo algunos dejos de las antiguas colonias pueden
distinguirse entre ellos.
Y con un
poco más de tiempo, la Segunda Guerra Mundial dejó también sus rasgos con la
llegada de indonesios y antillanos.
Noexisten los problemas de razas. Aquí se puede vivir y dejar
vivir. Hay lugar para todos.
Si de plazoletas se trata
Las
reuniones de hippies tienen lugar en el Dam, una plazoleta de los años sesenta.
Allí todo el mundo podía proclamar sus deseos de libertad. Hoy hay reclamos de
toda índole.
Justo en frente
está el palacio deshabitado y uno de los mejores hoteles de la ciudad, el “Krasnapolski”.
La plazoleta Leidseplein es el corazón de la bohemia, el
turismo extranjero, los restaurantes, pubs, cines, teatros y los famosos sex-shop.
Aquí todos compiten para atraer al público. Hay lanzallamas, bandas de jazz y
hasta podemos encontrar grupos de bolivianos tocando el carnavalito. Vivir y
dejar vivir.
Libertades varias
En
Amsterdam toleran las consideradas drogas blandas, hachís y marihuana. Los
usuarios son asistidos y prevenidos. De esta forma se jactan de tener menos
problemas sanitarios y criminales.
Para fumar “hierbas” están los Cofee Shops, donde pedir una “torta espacial”
junto con el café puede llevarnos tan lejos que para volver se tardaría un rato
más bien largo.
Reforzando el concepto de libertad está el barrio Rojo. Hay mujeres y ambiguos
para todos los gustos. Una zona franca para la prostitución y los deseos
sexuales.
Divertidos personajes vestidos de colores invitan a los gritos a
visitar los teatros eróticos. Para algunos no hace falta invitación ya que
caminando por la calle se puede presenciar el espectáculo que se da en las
vidrieras. Vivir y dejar vivir.
Esta zona queda muy cerca de la Central Station por lo que no es raro que muchos
viajeros sólo se detengan por curiosidad y diversión.
La ciudad europea más liberal tiene un lugar para todos. Para los sensibles
amantes de los tulipanes y los molinos, para los rebeldes, con o sin causa, para
los artistas y músicos, para los que disfrutan la libertad sexual.
“La
diversidad acrecienta la riqueza” es una frase célebre que bien podría estar en
la entrada de la capital Holandesa junto con una bandera blanca.
Porque Amsterdam se rinde a la libertad.
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