Patrimonio histórico y cultural
Las ciudades son concentraciones de cultura y expresiones de su propia historia.
Sus espacios han sido fieles testigos de innumerables cambios arquitectónicos y
urbanísticos. En este pequeño espacio del planeta llamado Ciudad de México se
entrelazan monumentos construidos durante veinte siglos.
Existen
vestigios prehispánicos de los paisajes lacustres que permanecen desafiantes a
las modernidades de hoy. A partir del siglo XVII la conquista española impuso
arquitecturas provenientes de las metrópolis europeas. La evangelización
necesitó conventos, iglesias y claustros que los agustinos, franciscanos,
dominicos y jesuitas edificaron por doquier. Se conservan a lo largo y ancho del
área metropolitana espléndidos ejemplos de arquitectura colonial.
La
ilustración europea también tuvo repercusiones en el patrimonio histórico de la
ciudad. Al finalizar el siglo XVIII las fachadas barrocas fueron sustituidas por
la racionalidad del arte neoclásico, inspirado en el Renacimiento. Los palacios
civiles desplazaron el predominio de los religiosos. Posteriormente los
edificios eclécticos emergieron inspirados en la Europa decimonónica, en el
Centro Histórico.
La exposición de Artes Decorativas
celebrada en París en 1925 influyó también en la ciudad. Así nacieron colonias
completas de Art Decó a partir de 1930. Sin embargo, lo más representativo de la
época lo aportaron las corrientes nacionalistas del muralismo mexicano y la
integración plástica; impulsadas por Rivera, Siqueiros, Orozco y O'Gorman,
principalmente, se plasma la historia en los muros de la ciudad.
Los
personajes olvidados, los campesinos, los obreros, los indígenas, son
transformados en protagonistas de la sociedad. Miles de metros cuadrados de
murales expresan la necesidad de hacer público el arte.
En paralelo a este movimiento
plástico, se desarrollaron arquitecturas funcionalistas influidas por corrientes
europeas. Las obras de Luis Barragán, uno de los arquitectos mexicanos más
famosos, son parte del patrimonio histórico. Se conservan en la ciudad diez
espléndidas obras arquitectónicas y urbanísticas de este genio de la modernidad.
Sin dejar de mencionar la posmodernidad arquitectónica de otros constructores de
la ciudad de fines del siglo XX, todo este patrimonio histórico y cultural que
conforma nuestra identidad ha sido y es objeto de un incansable esfuerzo de
restauración. Mucho se ha destruido, es cierto y lamentable. Pero,
afortunadamente, se ha consolidado una conciencia que ha hecho posible la
preservación de gran parte de nuestro patrimonio histórico.
En los
últimos años, se han rescatado y restaurado casi 200 edificios en el Centro
Histórico, uno de los más grandes del mundo. Se hacen esfuerzos por mantener los
fondos públicos suficientes para no dejar que el patrimonio se vuelva marginal
del desarrollo.
Se
encuentran aquí 14 zonas arqueológicas, tres sitios considerados por la UNESCO
como Patrimonio Histórico de la Humanidad (Centro Histórico, Xochimilco y
Teotihuacan), 150 museos, 340 galerías de arte y miles de comercios donde se
exhiben y comercian miles de artesanías procedentes de todos los rincones del
país.
Las
grandes ciudades solo podrán articularse a los nuevos rumbos de la globalidad si
conservan su pasado, su historia y sus tradiciones.
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