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Hay determinados placeres que no tienen que ver con lo cotidiano y con lo
frívolamente necesario para sentirse bien, sino que están relacionados con el
sentir que provoca lo exótico, lo único, lo especial.
Vacacionar en el hielo, quizás se acerque más a esta última definición, y
comentarios de huéspedes indican que el placer de hospedarse en hoteles de hielo
se relaciona con dos motivaciones principalmente: una estética y otra enlazada
con la exclusividad. Bien, esto es lo que ofrecen estos hoteles de hielo.
Absolutamente todo lo que puedes pensar es de hielo: los vasos, las mesas, las
columnas, las lámparas, las camas, etcétera.
Llegar a los hoteles es ya toda una aventura, una verdadera hazaña. En el
momento en que los huéspedes se dirigen a sus habitaciones se les proporcionan
bolsas especiales para dormir con un revestimiento interior térmico, además, las
camas totalmente de hielo, son recubiertas con pieles de renos, animal abundante
en el lugar y cuya piel permite mantener el cuerpo caliente.
Todas las mañanas los huéspedes son despertados con una bebida muy caliente y
para relajar el cuerpo del frío, los dirigen a los baños sauna, considerados en
esta zona norte como sanadores del alma y del cuerpo.
Tanto el hotel de Suecia como el de Québec, además de las habitaciones, cuentan
con galerías de arte, cine, capilla y un bar, en el que es necesario llevar
guantes, porque los vasos también son de hielo.
Una curiosidad del hotel Igloo Village, en Groenlandia, es que las camas cuentan
con iluminación por fibra óptica.
Con la llegada del deshielo todos los años hay que reconstruirlos, por lo que su
diseño es diferente cada temporada, adaptándose a las últimas corrientes
arquitectónicas y novedades artísticas.
Existe otro establecimiento similar en Groenlandia, en la localidad de Ilulissat,
el Hotel Artic, que cuenta con cinco iglús permanentes construidos en acero y en
cuyo interior el viajero dispone de todas las comodidades.
Como todos los hoteles existen programas convencionales, para familias, para
lunas de miel e incentivos.
Una experiencia inolvidable con un cúmulo de sensaciones diferentes y
profundamente placenteras.
Fuente: Turismo y Mercado
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