Dentro del yoga
existen muchas técnicas además del tradicional Hatha Yoga. En los últimos
tiempos se pusieron de moda dos nuevas disciplinas: el Iyengar y el Ashtanga.
En ambos casos
su función principal es producir un fuerte calor interno a través de la
respiración y del movimiento sincronizado que llevan a un estado de meditación.
La diferencia con el yoga tradicional es que en estos casos se pasa de una
postura a otra sin parar, se está siempre en movimiento. Es por esto que gusta
tanto entre la gente joven.
Ashtanga
El Ashtanga
proviene de la India, y se practica con sogas, almohadones y elásticos. A fines
de los años 80 hizo irrupción en Los Angeles, EE.UU., y en la actualidad son
casi 10 millones los estadounidenses que lo practican. Incluso muchas empresas
lo ponen en práctica entre sus empleados para aumentar la productividad y
reducir las licencias por estrés. También muchos deportistas lo realizan para
lograr más flexibilidad en las piernas y liberar tensiones antes de las
competencias.
Este tipo de
yoga sirve para combatir enfermedades coronarias, asma, insomnio y artritis.
También al ser un ejercicio aeróbico ayuda a bajar de peso (sirve para quemar
calorías, y evita la ansiedad y las ganas de comer en exceso).
Iyengar
El Iyengar
también proviene de la India, y tiene atributos muy similares. La diferencia
está en algunas variantes como el sirsasana que consiste en colgarse cabeza
debajo de un arnés.
El riesgo de
lesiones es muy bajo, pero siempre es bueno realizar los ejercicios con una
persona idónea porque pueden producirse leves esguinces en muñecas, rodillas,
cuello y columna.
La clave está
en no sobreexigir el cuerpo, aunque al principio le dolerán todos los huesos ya
que el cuerpo no está acostumbrado a estos movimientos.
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