Según una investigación llevada a cabo en Inglaterra, el diez por ciento de
quienes pierden a una mascota desarrollan síntomas lo suficientemente
importantes para consultar con un especialista.
Este mismo estudio ha revelado
que más del noventa por ciento de los dueños, luego de pasadas las primeras
semanas tienen episodios de insomnio y trastornos de la alimentación.
Las
actividades sociales también se ven perjudicadas ya que la persona que ha
sufrido la pérdida tiende a aislarse. “Estos datos demuestran que la
muerte
de un animal no es un dato menor y que una mascota se convierte en un miembro
más de la familia y que cuando algo malo ocurre con un integrante del grupo,
todos se ven afectados”, sostiene la socióloga española Ruth Olmos Prat.
Algunas sugerencias para aliviar el sufrimiento:
1.-Una buena manera de liberar la ira y el dolor es escribiendo una carta de
despedida. “Hablar del tema es fundamental.
Si no se tiene una persona en la
que apoyarse, nada mejor que volcar en un papel todo lo que se siente para
sacarse el peso de encima.
Siempre que se sienta sufrimiento o soledad, no hay
mejor salida que la de comunicarse con esa mascota a la que tanto se la ha
querido.
Querer ocultar el dolor o taparlo son dos maniobras que no llevan a
nada y que demoran aún más el duelo”, comenta la especialista.
2.- A los niños siempre hay que explicarles la verdad. “Si el animal está
enfermo y ya se sabe cuál será el desenlace, lo mejor es con suavidad y con la
naturalidad pertinente, hacerles ver a los pequeños que el animalito está
sufriendo y que tiene derecho a descansar.
La actitud de los padres frente al
problema que presente la mascota es fundamental ya que los adultos deben
inspirar seguridad y hacerles comprender a los niños sin dejarse abatir por la
situación que el tener un animal en casa también tiene sus desventajas y una de
ellas es cuando se acerca el momento de la partida”, destaca la socióloga.
Los niños menores de nueve años no entienden a la muerte como una instancia
definitiva, por lo cual los padres deben ser claros, precisos y decirles la
verdad a los niños ya que por más pequeños que sean deben comprender que el
animal que se ha muerto ya no podrá volver a estar con la familia.
3.- No es conveniente
reemplazar a la mascota rápidamente. “Es bueno estar un
tiempo a solas. La angustia y la ansiedad hacen que se quiera llenar el vacío de
modo impulsivo, pero hay que enfrentar el dolor y lo más importante, poder
sacarlo afuera.
No está de más hablar toda la familia del animal que ya ha
partido, recordar los buenos momentos, mirar fotos y disfrutar de los buenos
instantes vividos en familia.
Es mejor quedarse con una buena sensación y no con
la amargura de un sufrimiento reprimido”, aconseja la experta.
4.- La tolerancia y la paciencia son dos factores fundamentales. “No existe
una regla que establece cuánto tiempo se tarda en elaborar un duelo. Cada
integrante de la familia tendrá sus tiempos y hay que respetarlos.
Es bueno que
el entorno social de la persona que ha perdido a su mascota entienda cuán
importante era este miembro de la familia y pueda respetar el dolor sin
minimizar lo sucedido”, finaliza diciendo Olmos Prat.
5.- Si los síntomas de tristeza, depresión y desgano perduran por muchos meses o
incluso años, en el caso de personas mayores solas, lo más adecuado es ponerse
en manos de un profesional, sobre todo si los estados de ánimo adversos están
obstaculizando el desempeño natural de las labores diarias.
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