Hay ciertos patrones de conductas que comúnmente son repetidos en los círculos familiares, donde ha partido un ser querido de forma inesperada, algunos de estos factores pueden presentarse también, cuando la familia está anticipadamente esperando la muerte de un familiar por conocimiento de su estado de salud, pero estos patrones de conductas, generalmente están presentes en mayor grado de afectación, cuando la partida del ser querido, es una sorpresa para todos.
Culpa, Reproche y Condenación
La Culpa, es uno de los sentimientos mas dañinos, que puede experimentar una persona, y cuando se trata de una culpa por algo que hicimos o debimos hacer, pero que ya no se puede remediar el error, es mayor la influencia de ella sobre nosotros.
Cuando nos sentimos culpables, y hay oportunidad de reparar el daño ocasionado, hay cierto nivel de paz, que nos envuelve y nos hace sentir seguros de que pronto, resolveremos ese problema de la culpa. Pero en el caso contrario, no hay nada que nos ayude a reparar lo irreparable, y esto causa mas que culpa, frustración, impotencia, y desesperanza.
Ante estos sentimientos de culpa, lo primero que hacemos es reprocharnos y condenarnos por nuestros errores, y muchas veces, aunque alrededor de nosotros hay una gran cantidad de personas apoyándonos, son los sentimientos de culpa los que nos envuelven y atrapan nuestros sentimientos, descargando sobre nuestras mentes atribuladas, una carga de reproche y condenación, por lo que consideramos somos extremadamente culpables.
Hay algunas fases que van sucediendo una tras de otra:
- Fase de Culpa,
- Fase de Reproche,
- Fase de Condenación.
Fase de Culpa:
Hay algunas alternativas que la persona empieza a crear en su mente, referente a como hubiese sido de diferente la situación si ella hubiese hecho algo distinto a lo que hizo hasta que su familiar falleció:
Ejemplos:
- ¡Si yo no le hubiera dicho!
- ¡Si no le hubiese dado permiso!
- ¡Si no le hubiese dado el pasaje!
- ¡Si yo me hubiese quedado con el o ella!
- ¡Si no yo no hubiese peleado con el o ella!
- ¡Si no le hubiese dado la cola!
- ¡Si no le hubiese invitado a esa fiesta!
- ¡Si no le hubiese llevado a ese lugar!
Todos estos “Y Si yo” se hacen repetitivos en nuestras mentes y hacen un repetido estallido en nuestros corazones, al igual que en nuestras mentes, y no le permite a la persona pensar en algo mas.
Segunda parte
Hay algunos argumentos que suelen repetir las personas que están siendo controladas con estos sentimientos de culpa, luego de ese proceso, de pensar en “Y si yo” la persona argumenta; tengo la culpa porque:
Ejemplos de Porque siente culpa:
- Yo Debí haber..............
- Yo no Debí haber.............
- Yo tenía que..............
- Yo no tenía que.................
- Yo no me di cuenta que............
- Yo no estaba pendiente de...........
- Yo me descuide................
- Yo no lo hice a tiempo..........
La persona, entra en un estado donde se encuentra luchando en su mente por todo lo que debió haber hecho, y todo lo que no tenía que haber hecho, y argumenta todos los errores y equivocaciones que cometió, y de alguna forma directa e indirectamente, se siente altamente responsable por la culpa de la muerte de su familiar.
Toda culpa tiene un castigo, y como nada de lo que hicimos tiene tal gravedad como para ameritar un castigo por la muerte de nuestro ser querido, nosotros mismos, inconscientemente suministramos una forma de castigo, por nuestra incompetencia, torpeza, ignorancia, o cualquier otro error que hallamos cometido, que de alguna forma nos hace tener cierto grado de culpa.
La forma como nos castigamos es condenándonos a nosotros mismos; sintiéndonos que somos unos incapaces, torpes, estúpidos, y muchísimas cosas podemos asumir que somos, y cada una de estas acusaciones, que hacemos contra nuestro propia persona, repercute en una baja autoestima, que nos hace sentir indignos, no merecedores de ser amados, ni de merecer respeto, ni nos merecemos ser perdonados, ni aun por nosotros mismos.
Esta fase es la mas delicada porque la persona, puede hasta llegar al suicidio, por experimentar culpa, reproche y condenación, sintiéndose que no merece vivir, porque por su culpa la otra persona ya no está.
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