Vamos
a analizar ahora uno de los peores errores que
se cometen en la crianza de un cachorro.
Antiguamente, la tendencia era adiestrar los
perros en edad juvenil, es decir entre los siete
u ocho meses. Es así que todavía
se sigue creyendo que antes de esa edad el cachorro
no debe ser educado.
Es muy común escuchar decir a los propietarios
de un cachorro " ahora lo dejo que haga
lo que quiera, cuando llegue la edad de adiestrarlo
se transformará en un perro educado...
".
Seguir pensando de esta manera sería
como si pretendiéramos no educar a nuestros
hijos hasta que llegaran a la adolescencia,
dejándolos actuar a su antojo y pretendiendo
que toda su educación comience en la
universidad.
Los animales gregarios, y los perros lo son,
comienza su educación a muy temprana
edad en su estado natural. Por supuesto que
no se va a enseñar a saltar fuego a un
cachorro de tres meses de edad, pero las pautas
de conducta, la jerarquización, las normas
básicas de organización en grupo,
les son impuestas mediante juegos y mediante
límites en sus primeras incursiones al
corazón de la manada.
Se quiera o no, el cachorro está aprendiendo
aún cuando no le estamos impartiendo
una educación programada. Vamos a poner
un ejemplo:
Uno de los gestos caninos de invitación
al juego es el manotazo. Se trata de un gesto
similar al zarpazo felino, sólo que en
el caso de los caninos, cuyas manos no poseen
garras, este es un gesto de amistad, de incitación
a la acción corporal lúdica.
Entre los primates, incluido el hombre, el manotazo
es un gesto de agresión.
Cuando un cachorro salta sobre su amo, lo hace
en principio buscando su rostro con la intención
de pedir comida. Esto es así debido a
que los adultos transportan el alimento para
los cachorros en sus estómagos, el que
luego regurgitan cuando los cachorros lamer
sus fauces. Entonces cuando el cachorro se abalanza
sobre el amo lo hace con la intención
de lamer su rostro repitiendo esa conducta estereotipada
infantil de requerir a alimentos a un adulto.
La persona reacciona tratando de apartarlo con
sus manos, lo empuja, lo manotea, en un gesto
primate de agresión, pero para el lenguaje
canino el manotazo es una invitación
al juego, con lo cual lejos de abandonar su
actitud el cachorro es incitado a continuar
saltando sobre el propietario.
Esto que acabamos de mencionar no es ni más
ni menos que un acto de educación. El
amo le está enseñando al cachorro
a que se abalancé sobre el cada vez que
se presente. Lo cual no resulta nada cómodo
ni divertido cuando se está cambiado
de ropa para ir a una fiesta.
Como podemos observar es imposible que el cachorro
no aprenda cosas, ya que se encuentra en una
edad para aprender. Pero si no le damos una
educación debidamente programada, lo
que aprenderá serán solamente
vicios. Llegada la edad de en que supuestamente
debería ingresárselo a un programa
de adiestramiento convencional, que según
esta antigua teoría será a los
siete u ocho meses de vida, el cachorro habrá
aprendido tantos malos hábitos que casi
el 100% del esfuerzo en su adiestramiento serán
consumidos sólo para corregir lo que
se haya mal enseñado durante la infancia.
Es más fácil educar que corregir.
o que se ha aprendido en la primera infancia
quedará tan firmemente grabado que su
corrección nunca será 100% satisfactoria.
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