(Mitos y
afrodisíacos)
(…)Mi
mujer con nalgas de primavera
con sexo de gladiolo
…
mi mujer con sexo de alga y de viejos bombones
mi mujer con sexo de espejo
(…) -A. Bretón-
En otros días,
cuando quedó establecida sin lugar a
dudas su impotencia y no pudo pensar en la hembra
sin amargura, pesar o deseo, solía ponerse
sobre la lengua uno de esos bombones y lo dejaba
derretirse; luego, de súbito, y con infinita
ternura, lo visitaban recuerdos tenues, descoloridos,
de viejas proezas libertinas.
-J. K. Huysmans-
(…) Ella
se habría acercado lentamente, abría
abierto los labios y, de golpe, habría
tomado entera su extremidad suave y lisa. Habría
llenado la boca. Es tal el deleite que las lágrimas
le invaden los ojos. Veo que nada es tan poderoso
como ese deleite sino la prohibición
formal de atentar contra él. –M.
Duras-
Y aunque no sabemos
que introdujo en su boca esa dama, bien podría
haber sido un chocolate….
La pasión
devoradora
Según la mitología tolteca Quetzacoatl,
la serpiente emplumada, dios de la felicidad
pacífica y jardinero del paraíso
en que vivían, enseñó a
los primeros hombres a cultivar el Cacahuaquaitl,
árbol de cuyas semillas tostadas y trituradas
procede el chocolate.
Dioses y emperadores de nombres más o
menos impronunciables se sucedieron rodeando
siempre el cultivo del árbol y la cosecha
de los frutos mágicos ceremoniales incluidos
sacrificios humanos a cargo de los sacerdotes.
Con sus habas maduras y tostadas preparaban
la bebida energética reservada al emperador,
nobles y guerreros. Cuenta Bernal Díaz
de Castillo, cronista de Hernán Cortés,
que a Moctezuma le servían una bebida
de cacao en copas de oro. Y agrega tímidamente
“que decían tenía una virtud
para tener trato con mujeres.”
Tal vez por eso, o según el cronista
citado a falta de vino, algunos españoles
comenzaron a beberla si mayor entusiasmo, descubriendo
“que cuando se la ha bebido se puede viajar
todo un día sin fatiga y sin tener necesidad
de alimentos”. Amarga y picante, no resultó
particularmente atractiva al paladar de los
conquistadores. Claro, el tchocolatl, tal como
lo preparaban los indígenas, se aderezaba
entonces con una de las tantas variedades de
nuestro familiar ajicito de la mala palabra…
Destruida Tenochtitlán en 1521 y ya instalada
la joven colonia en México, las religiosas
de un convento de Oxaca pusieron a punto deliciosas
nuevas recetas mezclando el chocolate con azúcar,
vainilla y a veces canela y anís.
A partir de entonces pasteleros de todo el mundo
derrochan talento para crear especialidades
sólidas, liquidas o fundentes. Porque
con chocolate es posible.
¡Benditas monjas!...En su cándido
retiro seguramente jamás imaginaron que
dejaban el mundo librado al influjo de la intensa,
devoradora pasión que inspira estas páginas,
la pasión del chocolate. –Chocolate,
la pasión devoradora- Sal & Pimienta,
suplemento de cocina, Año1-N°10.marzo1992-
Otros dioses americanos que seguro tuvieron
algo que ver con el chocolate:
Chasca: Amer. La estrella Venus,
la más bella de todos los astros. “El
donul de cabellos largos y rizosos”. Adorada
como diligente paje del sol.
Texkatsoukat: Mexico. Dios
del vino y de la alegría.
Tiacapán: Mexico. Diosa
que presedía los placeres del amor.
Tlacultetl: Mexico. Diosa de
la belleza y del amor carnal, se la conoce también
con el nombre de Ichcuina (Yxcuina) La bella
mujer.
Tlazolteotl: México.
Venus mexicana. Veladora de los afectos lascivos
e ilícitos.
Xaratanga: Amer. Diosa de la
fecundidad. Madre de Manowapa.
Xochiquetzal: México.
Diosa del amor honesto. Esposa de Tetzcatlipoca,
el cual la colocó en el noveno cielo,
un paraíso donde vivía feliz y
risueña, hilando y tejiendo ricas telas.
De inmensa hermosura y seducción irresistible.
La servían divinidades inferiores. Creía
el vulgo que quien lograba tocar una de las
flores de los jardines de Xoquichetal era hasta
la muerte fiel y feliz en sus amores. Se la
representa llevando en la diestra un abanico
formado por cinco enormes flores.
Camaxtle: Amer. Dios de la
fecundidad, adorado por los Tlaxcaltecas.
Algunas
especias que acompañan bien al chocolate:
Pimienta: Al igual de lo sucedido
con otras especias, la pimienta también
gozo del favor de los médicos en diferentes
épocas y en distintas latitudes, siendo
tenida por remedio eficaz tanto por chinos e
hindúes como por europeos, gracias a
sus efectos tónicos, carminativos, excitantes,
febrífugos, estornutatorios y aun afrodisíacos,
apuesto este último que se destaca en
el mencionado poema salesiano cuando dice que
su empleo “rinde verdaderamente ardientes
los placeres de Venus”.
Ají Cumbarí:
Procedente del norte argentino, rojo pequeño
y sumamente picante. También hay distintos
tipos de ají en América, los cuales
describiré con más detalle.
Canela: Bartolomé dei
Sacchi (1421-1481) más conocido por Platina.
Historiador italiano autor de un opúsculo
en el cual examina manjares que proporcionan
honesta voluptuosidad, o sea decorosa complacencia
en los deleites sensuales, elogió una
salsa hecha con canela, la que además
de dar “apetito de comer, conforta el
cerebro y hace buen aliento”.
Exciten dos tipos de canela, la de Ceilán
(Laurus Cinnamonum,L.) que se presenta en forma
de canutos constituidos por láminas delgadas
superpuestas, quebradizas, de color leonado
pálido, desprenden un característico
y suave olor y proporcionan al paladar un sabor
azucarado y cálido. La canela de la China
(Laurus Cassia, C.G.Nees) y flor de Casia (se
usa seca), se ofrece constituida por una o dos
láminas enrolladas, más gruesas
y rigurosas que la descripta; el olor es fuerte
y no tan agradable como la de Ceilán
y la dulzura de su sabor se torna ardiente y
picante.
Clavo de olor: En realidad
flores, arrancadas antes de que abran. Emilio
Macer, poeta romano, algunos años antes
de Cristo. Escribió ponderando las virtudes
del clavo de olor, como curativas, estomáquicas,
afrodisíacas y por ser estimulante de
la memoria.
Vainilla: Juan Bautista Fonssagrises
(1823-1884) profesor de higiene y terapéutica,
atribuía a la vainilla una acción
afrodisíaca “ que casi no es dudosa
para nadie”.
Ámbar y chocolate: “El
Chocolate de los afligidos”:Anselmo Brillant
–Savarin (1755-1826) el recordado autor
de Filosofía del gusto, quien a “todo
hombre que haya bebido demasiado en al copa
de la voluptuosidad” –son sus palabras-
recomendaba un llamando “chocolate de
los afligidos”. Se trataba de una preparación
en la cual a cada kilogramo de chocolate se
añadía unos ciento veinte gramos
de ámbar. “Si el ámbar considerado
como perfume –explica el aludido gastrónomo-
puede ser perjudicial para los profanos que
tengan los nervios delicados, tomado al interior
es tónico e hilarante”, es decir
proporciona alegría. Y añadía:
“Cuando me encuentro en alguno de esos
días en que el exceso de los años
se hace sentir y en que se tiene la sensación
de estar oprimido por una potencia desconocida,
mezclo con una buena taza de chocolate un trozo
del grueso de un haba de ámbar triturado
con azúcar y luego de beberlo me encuentro
siempre maravillosamente bien”.
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