Cerremos los ojos e imaginémonos encontrarnos a bordo de un velero navegando placidamente en un mar azul intenso, lleno de corales, hacia la isla de Haití, la "perla de las Antillas" la "isla mágica" la "española", como la bautizara Cristóbal Colon por la semejanza de su paisaje con el de Andalucía: queremos nosotros también fascinados como todos los turistas que han tenido la suerte de desembarcar en dicha isla.
El exotismo de esta tierra deriva, ya sea de su origen ligado a los indígenas, a los conquistadores españoles, a los emigrantes africanos y a los filibusteros franceses, ya sea por ese sentido de vida simple y fácil enmarcada por el encanto de un mar sin parangón, por la fertilidad de un suelo abonado por prodigas lluvias, por el paisaje extraordinario.
Entremos a Port au Prince, capital de Haití, ciudad con amplias avenidas, grandes plazas festoneadas de palmeras y cubiertas por canteros con esplendidas flores. En el "mercado de hierro", así llamado por la cúpula de hierro que lo recubre, encontraremos una serie abundante y variada de productos típicos de la artesanía local: canastas, sombreros, sandalias, esteras de sisal, muebles, y una muestra de los alimentos mas característicos, particularmente el apetitoso "riz aux pois rouges" y todo tipo de pescados preparados de mil maneras distintas: en caldo, fritos, al horno, marinados crudos en abundante zumo de limón y luego asados sobre ramas de laurel y de hinojo,etc.
Y todavía mas arroz: "arroz con hongos negros", "arroz con camarones", y además, papas que, con el maíz, las bananas y el café están sumamente difundidos y se consumen en gran cantidad.
Penetremos en un restaurante local; seremos atraídos ante todo por los nombres pintorescos de los platos, de los postres, de los licores; dejémonos aconsejar en la elección o, mejor aun, abandonemos a la inspiración del momento y aprestémonos a saborear una serie de exquisitas especialidades que harán la delicia de nuestro paladar.
Como entremés, por ejemplo, podemos elegir el arenque ahumado acompañado de paltas, lo cual constituye una excelente alianza que satisfará a los mas exigentes; o si no, los "grillots de porc", trozos de carne de cerdo marinados y fritos.
El primer plato será indudablemente el famoso "riz aux rouges" que no es un arroz con arvejas, como podría creerse, sino con porotos colorados; puede seguirle el "buey a la haitiana", un estofado con cebollas y tomates, al cual se agregan chorizos al final de la cocción; o bien el "ragu de carne a la jardinera" o pescados acompañados por toda clase de salsas.
La fruta constituirá un placer para los ojos antes que para el paladar; encontraremos toda una serie de exquisitas frutas tropicales: el anana, la banana, el pomelo, el zapallito (parecido al durazno), el cayemite, similar a una naranja de piel muy lisa, el mango, el coco.
Estas frutas se consumen frescas o se utilizan para postres más elaborados y refinados, como las "bananas a la naranja", las "bananas merengadas", etc. Precisamente las bananas pertenecen a una variedad de gran tamaño y se emplean también como guarnición de algunos platos de carne.
En la mesa se bebe por lo común agua, pero son también corrientes los licores haitianos, entre los cuales podemos citar la "crema de moka", el "anisette" y el "cordial jeremien".
Como digno final de la sabrosa comida saboreemos una taza del café local, famoso en todo el mundo, y también siguiendo las costumbres características bebamos ron, especialmente el dominado ron Barbancourt, de calidad superior al ron blanco que se sirve en las hostelerias, bebámoslo escuchando el sonido de los tambores de ritmo particular, que nos transportaran, como por arte de magia, a las selvas de la Guinea lejana, a un menudo pintoresco, poético, rico de encantos, que no puede olvidarse fácilmente.
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