No es raro encontrar en la cocina húngara algunos platos con el mismo nombre o similares a ciertas preparaciones de la cocina austriaca.
No hay que olvidar que ambos países formaban parte de un mismo imperio por lo cual, en ciertas ocasiones, las creaciones de los cocineros o pasteleros no pueden delimitarse exactamente.
Por ello, a veces es difícil asignar la nacionalidad o el origen de determinadas recetas entre ambos países.
Con todo, y a pesar de la dominación primeramente turca y luego austriaca, Hungría ha mantenido una individualidad que la distingue incluso en lo que se refiere a la gastronomía.
Una de las características peculiares de la cocina húngara es el uso de la páprika, aunque este condimento también se encuentra (pero en dosis muy inferiores) en otros países de Europa central.
No se trata de un tipo particular de especia, como muchos pudieran pensar, sino de ají rojo picante, que se deseca y se reduce a polvo.
Parece ser que los que importaron a Hungría el picante rojo fueron los turcos; el uso del mismo se extendió de tal manera que hoy no podemos hablar de cocina húngara sin dedicar a la páprika la más importante atención.
En un tiempo, se la consideraba muy picante y perjudicial para el estomago; pero después de estudiar su composición esta aseveración se ha descartado.
En el exterior los platos húngaros mas conocidos son el gulasch, el pollo a la páprika y una exquisita torta de crema de leche.
El gulasch, célebre plato de carne que ha llegado de la llanura húngara hasta los mas renombrados restaurantes internacionales, se cocinaba originariamente al aire libre en grande recipientes de cobre y su preparación estaba reservada exclusivamente a los hombres, aunque es sabido que las amas de casa húngara eran y son habilísimas cocineras.
Los húngaros otorgan a la comida el justo equilibrio y la sobriedad típicos de los pueblos dedicados mayormente a la agricultura. El almuerzo comienza con una sopa de carne, verduras, páprikas y comino; le sigue un plato de carne con guarnición de papas o ñoquis a la manteca y se concluye con un postre.
Los campesinos que consumen su almuerzo en el campo son mucho más frugales: acompañan el pan con tocino y ajíes verdes y beben solo agua fresco. El vino húngaro, excelente y aromático, lo beben solo en los días de fiesta.
Estos vinos han conquistado a los gourmets de todo el mundo, sobre todo el Tokay, el cual esta considerado entre los más excelentes vinos de postre.
Por los asados y las carnes blancas, la región que rodea el lago Balaton produce un vino dorado y agradable el Badacsonyi Szükebarat. Para la carne de caza es óptimo el Egri Bikaver o sangre de toro, un vino tinto, de cuerpo generoso.
La páprika, el típico condimento húngaro a que nos referimos anteriormente, se obtiene en los negocios dedicados a la venta de especias; en su defecto, puede reemplazarse por pimentón.
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