Hasta hace casi 250 años, la miel era el único edulcorante conocido, se utilizaba para preservar las frutas de estación, y ha jugado un importante papel dentro de la nutrición humana casi desde sus comienzos. Cuándo la miel es producida a escala comercial, a menudo se hace a partir de los campos de tréboles o de melitolo, de donde las abejas comunes extraen el néctar de las flores para preparar este increíble y energético alimento. El néctar madurado se convierte en miel debido a un proceso por el cual se invierte la mayor parte de la sacarosa y se transforma los azucares levulosas o fructuosa y dextrosa, a la vez que va perdiendo su humedad lo que la hace untuosa y espesa.
La miel que se extrae de la colmena para el alimento humano usualmente es calentada para destruir las levaduras que pueden fermentarla y luego es colada para darle su especial pureza y ese color cristalino tan especial. Muchas veces la miel toma el nombre de las flores cultivadas para alimentar el apiario (colmenar) por ello encontramos dentro del mercado algunas mieles con nombres de matas o flores como por ejemplo la miel de tomillo.
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