El Concepto
de la Belleza en los Albores de la Humanidad:
La Prehistoria.
Los orígenes de la estética se
remontan a la prehistoria. A través del
arte y de los instrumentos de uso cotidiano
que han llegado hasta nuestros días,
podemos ver cómo ya entonces existía
una preocupación por la belleza.
La cualidad que se aprecia más en la
mujer y que se toma como símbolo de ésta
es la fertilidad. Las esculturas y grabados
nos muestran figuras femeninas voluminosas,
incluso deformes, que reflejan el interés
de los prehistóricos por la fertilidad,
tan necesaria para la continuidad biológica
del grupo.
Entre los hallazgos más antiguos que
hacen alusión al incipiente interés
femenino por la belleza, encontramos un grabado
en las cercanías de Oslo, Noruega. Este
grabado reproduce la figura de una mujer embadurnándose
con grasa de reno, animal que está al
lado de la figura femenina. También en
Austria, la conocida Venus de Willendorf, y
en la Costa Azul Francesa, la Venus de Grimaldi,
se han hallado representaciones de mujeres simbolizándola
preocupación de éstas por el cuidado
de su belleza.
Los productos de que disponía la mujer
prehistórica se limitaban, prácticamente,
a la arcilla, tierras de distintos pigmentos
colorantes o toscos productos elaborados a partir
de grasas animales.
El afeite más antiguo que se conoce estaba
compuesto de sulfuro de antimonio.
La Biblia
Será en la Biblia donde encontraremos
las primeras referencias de la belleza en la
antigüedad.
El texto recoge acontecimientos en los que el
papel de la estética es significativo,
por ejemplo el caso de la reina de Israel, Jezabel,
quien “adornó su cutis con afeites
para seducir a Jehú y para hablarle con
mayores poderes de seducción”,
o cómo esta misma reina adornaba su rostro
con “schrouda”, como aún
hoy en día hacen las mujeres tunecinas.
Otro ejemplo narrado en la Biblia es el de Ester,
reina de Babilonia, quien embellecía
con afeites sus maravillosos ojos, hasta el
punto de ser considerada la mujer con los ojos
más bellos que nunca existió.
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