Piel Deshidratada:
Se trata
en un estado temporal de la piel más
que de una clase de piel. Es una piel deteriorada
por factores externos climáticos, por
problemas psicológicos o bien por falta
de agua.
Se observa en esta clase de piel arrugas o surcos
por la frente, alrededor de los ojos y los labios.
Esta perdida temporal de hidratación
provoca que la piel este flácida, reseca
y áspera al tacto.
Piel Sensible:
Puede ser de dos tipos
grasa o seca, generalmente su problema es la
falta de protección que tiene ante el
ambiente externo (frío, aire, lluvia,
etc.).
Es un tipo de piel que se irrita fácilmente
y esto debe tenerse en cuenta al aplicar tratamientos
estéticos ya que generalmente ocasiona
enrojecimiento e hiperemia en este tipo de cutis.
Piel Asfixiada:
Llamamos piel asfítica
a aquella que por falta de riego sanguíneo
o por aplicación incorrecta de productos
cosméticos de tipo astringente ha cerrado
completamente el folículo pilo –
sebáceo.
La reacción de la epidermis a esta acción
es la de producir pequeños quistes de
color blanco, especialmente la zona de las mejillas.
Al tacto es rugosa y áspera.
Piel Desvitalizada:
La piel
es el pulso de nuestra vida y, por ello, una
enfermedad, la perdida continua de peso o simplemente
el paso de los años quedará patente
en ella.
La piel en todos estos casos puede volverse
ajada y flácida debido especialmente
a la disminución de secreciones como
la sudoral y la sebácea.
Agredida por tales causas la piel presentará
arrugas en las zonas de expresión, resequedad
y falta de elasticidad.
Piel Fina: se distingue por su sensibilidad
a los cambios climáticos, por su suave
tacto, poros cerrados y por la rápida
aparición de rojeces y reacción
ante tratamientos excesivamente fuertes.
Piel Gruesa:
Reconocemos a simple vista
una piel gruesa por la abertura de sus poros,
por tener un aspecto menos delicado. Este tipo
de piel admite mejor los tratamientos como el
Peeling y tiene una mayor facilidad para absorber
la contaminación exterior.
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