Son inflamaciones
redondas y la forma de la superficie es variable
según la enfermedad que la produzca:
umbilicada si se trata de varicela, esférica
si proviene de un herpes o en forma de media
circunferencia en el caso de eccema. Igual que
la ampolla, es una cavidad del tamaño
de una lenteja que se diferencia de ésta
en que la cavidad está situada bajo la
piel.
Pústula: es una vesícula
cuya cavidad está llena de pus, generalmente
originada por inflamaciones.
Quiste: se distingue de las anteriores en que
su cavidad no está llena de líquido,
sino que en su interior el contenido es consistente:
sebo, suero, etc. El más común,
desde el punto de vista de la estética,
es el quiste sebáceo.
Las afecciones que hemos visto hasta ahora están
englobadas en las primarias y a continuación
trataremos las afecciones cutáneas secundarias.
Afecciones Secundarias: describimos
a grandes rasgos las que se consideran como
más comunes.
Cicatriz: es la huella que queda de una herida
o una llaga y que es consecuencia de la pérdida
de continuidad de un tejido, en este caso de
la piel. La cicatriz toma el mismo tamaño
que la herida que la provoca.
Toda herida profunda o mal curada puede causar
cicatriz. Los elementos punzantes, el bisturí
de una operación quirúrgica, la
herida de una accidente, son agentes causantes
de cicatrices.
Actualmente, y gracias a la cirugía plástica,
las cicatrices se disimulan mejor o se desvían
hacia zonas del cuerpo en las que son mucho
menos visibles.
Tatuaje: es asimismo una afección
de la piel y se manifiesta por la tinción
o teñido de ciertos poros, quedando luego
la marca producida por el tinte. El teñido
puede ser accidental o realizado intencionadamente
en forma de dibujos, como es costumbre en ciertos
países y entre ciertos individuos.
En algunos países del continente africano
se secciona o dividen determinadas zonas del
cuerpo, como la cara, con fines estéticos
o religiosos, impidiendo luego que los tejidos
cicatricen normalmente para que queden las señales.
Escama: todas las pieles sufren en general su
desgaste o descamación en mayor o en
menor grado, proceso que no es apreciable a
simple vista. Estas escamas que habitualmente
se desprenden de la epidermis son apenas perceptibles.
A veces esta descamación es más
manifiesta, como en el caso de la caspa, que
no es más que la caída de células
muertas del cuero cabelludo.
Esta descamación es más visible
en las pieles secas que no se tratan convenientemente,
produciéndose en las piernas el efecto
de “piel de lagarto” que las afea
notablemente.
Las escamas tienen un color variable y pueden
ser secas o grasientas.
Costra: cuando en alguna zona del cuerpo se
produce alguna herida, es el mismo organismo
el que reacciona y cierra la lesión,
siempre que su extensión no pase de ciertos
límites.
Esta reacción del organismo origina una
aglomeración de sustancias de la sangre
en la zona de la herida, con el fin de impedir
la infección e ir curando la lesión
de modo natural.
Este cúmulo de sustancias es lo que se
denomina costra, que se desprenderá al
desaparecer la herida.
Callosidad: se trata del aumento
de la formación de la capa córnea
o exterior de la epidermis, ocasionada por el
roce o presión en los pies, manos, rodillas,
etc.
Las más frecuentes son las de las manos,
debidas al trabajo rudo o a la práctica
de algún deporte, como la pelota vasca,
y la de los pies, por el roce de los zapatos.
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