Es una de las dos palabras más importantes para un aprendiz de mago, para alguien que está realmente decidido a buscar la excelencia, a ejercer el derecho fundamental de lograr el desarrollo de toda su potencialidad, a lograr su plenitud interior. Un aprendiz de mago siente un profundo respeto por sí mismo, reconoce la grandeza que hay en él y sabe que es la manifestación superior de la inteligencia organizativa universal. Un aprendiz de mago se dice frecuentemente “Ninguna ley puede ser sagrada para mí, salvo la de mi propia naturaleza”; trata de estar en contacto con todo su ser, de alimentarse física, mental y espiritualmente adecuadamente, y se repite a sí mismo frecuentemente “Soy un sistema energético perfecto. Debo vivir cada momento como si fuera la eternidad que es, disfrutando todas las cosas que se pueden apreciar en cada momento”. Comprende que su cuerpo es la herramienta fundamental para su viaje hacia la excelencia, considera que es un templo sagrado al cual debe cuidar alimentando adecuadamente sus tres dimensiones (física, mental y espiritual) y ha establecido un proceso sistemático de autosatisfacción creciente orientado a alcanzar su plenitud interior. Un aprendiz de mago reconoce también la grandeza que hay en todo ser humano, sabe que cada persona es un aprendiz responsable tratando de madurar y se esfuerza por dar a cada persona el trato que a él mismo le gustaría recibir. Un aprendiz de mago siente un profundo respeto por la naturaleza, por el medio ambiente y en especial por todo aquello que constituya el bien común. Un aprendiz de mago está convencido de que “Sólo somos lo que damos”.
20.- RESPONSABILIDAD
Un aprendiz de mago sabe que su deber esencial es contribuir efectivamente al bienestar de las personas que integran su comunidad y está convencido de que cada ser humano es responsable de sí mismo como también de que todos nosotros somos responsables de la humanidad. Un aprendiz de mago comprende la afirmación “El mundo es mi cuerpo; las montañas son mis huesos; los bosques son mi piel; los ríos son mi sangre; el aire es mi aliento; el sol es mi luz. En mi amor por la tierra equilibro toda la vida”. Sabe que su responsabilidad fundamental es la administración de sí mismo, de todos los recursos con que ha sido dotado tanto físicos como mentales y espirituales, y que para ello lo esencial es consolidar un proceso de autosatisfacción creciente orientado a lograr la “conquista” de sí mismo. Un aprendiz de mago siente un profundo respeto por sí mismo y respeta a cada ser humano porque entiende que comparte con cada uno de ellos la misma esencia, que cada uno está realizando su viaje hacia la unidad en una búsqueda donde cada cual es libre de las decisiones que toma y responsable de las consecuencias que de ellas se derivan y de su efecto en la comunidad.
21.- SABIDURÍA
Un aprendiz de mago está convencido de que “la ciencia es el arte de saber, no de conocer”, por lo tanto trata siempre de establecer asociaciones, vínculos, conexiones entre todo aquello que esté relacionado con su objeto de investigación. Busca integrar los conocimientos que va adquiriendo, situarlos en diferentes contextos y aproximarse a las distintas situaciones en una forma holística. Un aprendiz de mago es conciente de que el conocimiento es un insumo siempre en construcción, que ningún ser humano sobre ningún aspecto ha podido decir “la última palabra”, que existen muchas verdades relativas y en consecuencia se declara a sí mismo discípulo de la naturaleza y se compromete consigo mismo a “aprender a ver” cada vez mejor, para comprender plenamente que “Basta con abrir los ojos y verlo. Ver claro. Ver de frente. Ver del todo”. Un aprendiz de mago sabe que es una obra maestra de la naturaleza, es conciente de que su ser es una manifestación de la inteligencia universal y busca conectarse con su esencia, con ese maestro interior que puede guiarlo a desarrollar todo el potencial creador con el cual ha sido dotado, que puede llevarlo a alcanzar su plenitud interior, que puede conducirlo a lograr la unidad de su ser para siempre.
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