En las postrimerías del siglo XX surge con un arrollador ímpetu una verdadera revolución de la información. Las múltiples y sorprendentes posibilidades de la red de redes transforma el soporte del texto escrito. El soporte digital aparece en libros electrónicos, webquests, blogs, foros, redes de información. Esta revolución transforma el mundo que habíamos conocido, el modo de comunicarnos y la forma de consumir y producir conocimiento. Los estudiantes de nuestras escuelas se han familiarizado desde su nacimiento con las herramientas tecnológicas de la Era Digital. Son nativos digitales. El gran desafío es que su destreza en el manejo de las tecnologías no los hace competentes para buscar conocimiento y producirlo en este nuevo paradigma. La escuela debe encaminar la búsqueda. Los migrantes digitales tienen una doble tarea: familiarizarse con los nuevos instrumentos y reentrenarse en la búsqueda y producción del conocimiento para poder orientar a niños y jóvenes.
El estilo de este lector ya se empieza a perfilar. Por lo pronto, hipertextualidad nos sumerge a increíbles ramificaciones de información pues nos lleva a otro texto y de allí a otro sucesivamente. La elección en cuanto a la profundización del texto digital está en manos del lector. Un mismo texto puede ser asumido como un artículo de 30 páginas, 80 o 300 páginas. Ello queda en manos del lector. Otro de los aspectos distintivos del paradigma anterior es que no solo se democratiza, aún más, el texto escrito sino que se democratiza la posibilidad de producirlo y con ello la posibilidad dialógica de nuestra sociedad.
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