La educación es un proceso de socialización por el cual se recibe y se asume la herencia sociohistórica de un pasado forjado en colectividad con miras a integrarse, productivamente, a esa peculiar colectividad, percibir sus problemas y formar parte de la solución de los mismos. Enseñar y aprender son manifestaciones específicas de la vida social del hombre. En la escuela ocurre el proceso de ecuación formal y los que integran, principalmente el proceso de enseñanza aprendizaje son los maestros y alumnos. Aunque consideramos que una adecuada gestión del capital social de la escuela debe permitir incluir a padres de familia, egresados y otros miembros de la comunidad.

El objetivo de este proceso es el desarrollo de la personalidad de cada uno de los estudiantes y, al tiempo que ello ocurre, se desarrolla cada vez más la personalidad del maestro que enseña. Tanto en el aprendizaje como en la enseñanza se activa la personalidad total del sujeto y al mismo tiempo se activa el proceso social de interacción con otros sujetos: el maestro, otros alumnos, otros maestros, la familia, la sociedad.

Una comunidad educativa se relaciona a través de la actividad y la comunicación. La calidad educativa, por lo tanto, tiene que enfocar la calidad de la actividad que se realiza en la escuela y la calidad de la comunicación ejercida. Esta comunicación no puede adoptar estilos que no incorporen la tecnología de nuestro tiempo pues, de lo contrario, se instalará en el aula una comunicación fragmentada, inauténtica y pasiva.

Tanto la actividad como la comunicación en la escuela debe trascender la escuela. La escuela es un microcosmos social en el cual la búsqueda de la equidad, la accesibilidad y la transformación social empiezan por repensar las estructuras sociales en las que se inserta la escuela. De esta forma, el aprendizaje colaborativo es una forma de actividad y comunicación que permite una mirada consciente y comprometida hacia las funciones sociales de la educación. Ello no implica perder de vista la individualidad del que aprende y del que enseña, por el contrario, significa enaltecer lo genuino y peculiar de cada persona que interviene en el proceso pues cada quien aporta con su sueño personal y colectivo.

No concebimos un proceso de enseñanza aprendizaje que no contribuya a la generación de sueños personales, pero estimamos que todo sueño personal necesita de un escenario social en el que pueda plasmarse y para ello, es necesario forjar sueños colectivos. Las comunidades físicas y virtuales deben considerar esta aspiración educativa.