Guiado por su Dictado
Interior, poco a poco, fue descubriendo como
aliarse con la naturaleza, donde se hallaban
algunos de los aspectos acerca de su objetivo.
Llegando a experimentar los efectos terapéuticos
de una planta mediante el tacto.
Bach cada vez prestaba
una menor atención a los convencionalismos
sociales, hasta el punto de que fue amenazado
con la expulsión y la exclusión
del Registro de Médicos, pero el ya sabía
que el ego es ficticio y la Conciencia Divina,
de modo que él mismo desertó de
la medicina ortodoxa en una carta que envió
al Presidente del Consejo Médico General.
Su Gran Obra hizo
de él un hombre que sencillamente hacía
lo correcto de una forma natural y espontánea
y por ello podía vivenciar y comprender
la enfermedad de sus pacientes, lo que le permitía
curarles.
Era capaz de curar con el contacto físico,
pero conocedor de que en la época actual
los terapeutas no solemos distinguirnos por
una perfección moral (aunque estemos
en ello); dejó métodos sencillos
y practicables para todos.
Bach tenía una clara experiencia interna
de como son los diferentes planos que constituyen
la realidad y no le preocupaba en absoluto la
muerte física. Además en esas
dimensiones existen cosas que aprender para
ayudar a los seres sufrientes.
Antes de marchar
enfatizó la importancia de mantener el
sistema lo más sencillo posible, luchando
contra cualquier intento de alterar su pureza
y también nos dejó una carta.
Queridos amigos:
Sería maravilloso construir una pequeña
Hermandad, sin rangos ni categorías,
donde nadie fuera más ni menos que los
otros, para dedicar nuestras vidas a cumplimentar
los siguientes principios:
1. Se nos ha deparado
un sistema curativo sin precedentes en la memoria
de la humanidad; con la simplicidad de estos
remedios florales podremos tener la absoluta
certeza de contar con sus maravillosas virtudes
para vencer la enfermedad.
2. No criticar,
ni condenar jamás los pensamientos, las
opiniones o las ideas de los demás, recordando
siempre que todos los seres humanos somos criaturas
de Dios, y cada uno de nosotros recorre su camino
hacia la Gloria del Divino Padre.
3. Llevamos en nuestra
mano diestra, como los Caballeros del pasado,
las armas para vencer al dragón del Miedo,
sabiendo que nunca deberemos pronunciar una
palabra de desaliento, sino que, por el contrario,
debemos llevar esperanza y sobre todo seguridad,
a aquellos que sufren.
4. Jamás
debemos dejarnos llevar por los éxitos
o las adulaciones que podamos encontrar en nuestra
misión, recordando siempre que no somos
otra cosa que los mensajeros del Gran Poder.
5. Cuanto más
profundicemos en la confianza de quienes nos
rodea, mejor podremos influenciarles nuestra
convicción de que todos nosotros somos
solamente agentes de la Divinidad, enviados
para socorrerlos en sus necesidades.
6. A medida que los enfermos mejoren, debemos
explicarles que las hierbas de los campos, que
son las que los están curando, son dones
de la Naturaleza: que son dones de Dios. De
esta forma, lograremos que crean nuevamente
en el Amor, la Misericordia, la Compasión
y la Fuerza Omnipotente del Más Alto.
Edward Bach.
Unas semanas antes de abandonar este mundo afirmó
a sus colaboradores:
Mi tarea esta cumplida
Mi mision en este mundo ya ha finalizado...
Edward Bach murió
el 27 de noviembre de 1936, de forma apacible,
por la tarde, mientras dormía .
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