Edward
Bach no se sentía completamente satisfecho
con la elaboración de sus nosodes, él
se esforzaba por sustituir las bacterias que
utilizaba por otros elementos más naturales,
sencillos y espontáneos.
Cada momento libre que tenía se lo pasaba
buscando plantas o hierbas con las que reemplazar
los siete nosodes bacterianos.
Pero, como más adelante se daría
cuenta, no era mediante el esfuerzo como Bach
iba a experimentar la Verdad
debía
alcanzar la serenidad del pensamiento.
Ocurrió que una noche se hallaba en una
cena, en un gran salón. Empezó
a observar a las personas y pudo experimentar
que la totalidad de los allí presentes
se podían agrupar en determinadas tipologías.
Miraba como hablaban, comían, gesticulaban,
el tono de voz
cuando, de pronto, decidió
marcharse. No pudo esperar a que terminara la
velada porque en aquel mismo instante vivenció
que ninguna Verdad se puede comprender por medio
del esfuerzo, viene cuando menos se le espera
y se retiró urgentemente para recogerse
y meditar acerca de estas ideas.
Cuando el Alma busca el Conocimiento se producen
impulsos tan poderosos que no se pueden detener
y en setiembre de ese mismo año presintió
que debía realizar una urgente excursión
a Gales y obedeciendo ese mandato se dirigió
allí, donde localizó sus dos primeras
plantas Impatiens y Mímulus que al prescribirlas
en su consulta, de acuerdo con la personalidad
del paciente, vio como los resultados eran inmediatos
y notables. Ese mismo año encontró
y potenció una tercera planta Clematis
silvestre. Fueron, estos tres remedios, los
primeros que utilizó en su nuevo sistema
de medicina floral con estupendos resultados.
En aquel momento
de su vida, sentía que estaba muy próximo
a un descubrimiento y aunque desconocía
como iba a ser guiado, sabía que debía
escapar de la cárcel del intelecto para
experimentar la verdadera Libertad
Lo dejó todo, vendió la totalidad
de sus pertenencias, renunció a una consulta
que le proporcionaba más de 5.000 libras
esterlinas anuales más el resto de sus
ingresos por las vacunas y los nosodes y se
despidió de sus amigos y compañeros
de la logia masónica.
Sus allegados, trataron
de disuadirlo de su decisión, pero Bach
sabía que ese deseo suyo, sano y constructivo,
era un Mandato Divino. Sentía que estaba
a punto de vivenciar algo sumamente difícil
de explicar, tan solo sabía que él
era una de las formas de expresión de
Dios y que necesitaba producir una revolución
interna en sus esquemas mentales y de ese modo
alcanzar un nuevo estado para poder afrontar
los nuevos retos que se le avecindaban. Además
estaba convencido de que la necesidad es la
incapacidad de obtener lo que se necesita. Si
un millonario necesita mucho más que
alguien más pobre. ¿Quién
es más rico de los dos?.
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