Pasemos a analizar los tres pasos comentados:
Reducción eidética
Uno de los equívocos generalizados de la gente es atacar directamente el problema en busca de la solución, sin preguntarse si lo que creen que es el problema, lo es realmente.
O, dicho de otro modo, cuestionarse si nuestra perspectiva de la situación es hasta ahí la correcta. ¿Recuerdan aquel viejo axioma de la lógica que aprendimos en el colegio, que decía que "si partimos de prejuicios (pre-juicios, o sea, preconceptos) equivocados, aunque todo el razonamiento que hagamos sea correcto el resultado final necesariamente es falso"?.
Bien, algo de esto aplicaríamos aquí: si ataco un problema que no es el problema,
si no desguazo las causas primeras de mis obstáculos, aunque acumule técnica sobre
técnica sobre técnica de control Mental el resultado final será un mero parche sobre la
situación.
De lo que estoy hablando es que, comúnmente, tomamos como origen del problema lo que es reflejo del problema original.
Mediten sobre esto, y permítanme ilustrarles con un ejemplo.
Hace muchos años ya, era yo profesor asociado de un instituto de Control Mental de la
ciudad de Buenos Aires. La exigencia de la Dirección –atinada, por cierto– era que los
instructores mantuviéramos entrevistas personales con los futuros alumnos para
agruparlos en equipos de intereses y perfiles similares.
Bien; cierta tarde entrevistaba yo a una simpática señora, que me refería que ella había realizado distintos cursos de Control Mental, los cuales le habían sido sumamente útiles y motivadores, pero que al Gran Problema de su vida no había podido con CM, hasta ahora, corregirlo (les aseguro que en la pronunciación se le notaban las mayúsculas).
Como siempre afirmo que prácticamente no hay problema que adecuadamente enfocado con el CM no pueda ser solucionado, le pedí que me explicara cuál era ese "gran" problema. Y me respondió que se trataba de su necesidad de ganar, pronto, mucho dinero.
Creo que me sonreí irónicamente, e hice algún comentario en el sentido que, si de eso se trataba, era el gran problema de treinta y cinco millones de argentinos. "Pero, en fin, señora, vamos al origen de la situación: ¿Para qué necesita usted ganar pronto mucho dinero?".
Y me contó una historia compleja. Tenía desde hacía mucho tiempo a su mamá muy
enferma, y en un plazo de, digamos unos dos meses, tenía que someterla a una difícil pero planificada intervención quirúrgica. Si pasaba con bien la operación, tras el alta –y dado el estado psicológico de la mamá– tendría que internarla en un residencial geriátrico.
Como todos sabemos, los residenciales geriátricos –los buenos residenciales geriátricos– son cualquier cosa menos económicos, y su necesidad de ganar mucho dinero era para poder pagarle a la madre una buena internación. Pero no había caso.
Usaba el CM para programar a su jefe para que le diera un aumento de sueldo, buscaba resistir el estrés de toda hora extra posible que pudiera trabajar, pero aun así no alcanzaba las cotas que se había propuesto.
Y venía, como último manotón de ahogado, a conocer nuestro curso de CM a ver si le daba la solución que no había encontrado hasta entonces.
Le propongo entonces que empezáramos a explorar alternativas a su situación, como
llevar a la madre a vivir con ella durante un tiempo (hasta que pudiera acumular el dinero que necesitaba) pero me respondió que no, que la mamá con el marido (de mi futura alumna, se entiende) se llevaban muy mal, que ella a esta altura de su vida quería aunque sea un poco de paz y tranquilidad anímica, que ya demasiado había hecho... y entoces, se me ocurrió meter el dedo en el ventilador, preguntándole:
"Señora; ¿qué pasaría si su mamá se muriera?. ¿Si no pasara con bien la operación?". Y mi interlocutora dio un salto en su asiento y me respondió: "¡¿Eso?!. ¡Sería la solución de mi problema!".
El verdadero problema de esta mujer no era su necesidad de ganar más dinero. El
problema era la pésima relación que mantenía con la mamá.
Pero, como tantos, tomaba por origen del problema lo que era reflejo del problema original. Y fue trabajando sobre ello que se solucionó lo otro.
Así que el primer paso deberá ser repensar, rever (ver de nuevo) nuestro problema,
nuestro objetivo. ¿Es realmente ese el problema que me aqueja?. ¿Es realmente ese el objetivo que deseo o me fue "impuesto" por el entorno o terceros?
La Reducción Eidética es también útil para desapegarnos afectivamente de los problemas, lo que no significa ser frío e indiferente, sino mantener una sana distancia emocional entre el problema en sí y mi persona.
Los que me conocen personalmente, saben que suelo tener, mitad en broma y mitad en serio, la costumbre de, cuando alguien irrumpe al grito de: "¡Tenemos un problema!", mi respuesta invariablemente es: "No. Vos tendrás un problema. Y se irá con vos".
Insisto: no significa cruzarse de brazos frente a las adversidades, no es una actitud más propia del Tao Te Ching de, simplemente, dejar fluir las cosas. Yo también salgo a enfrentar molinos de viento todos los días (no olviden: soy argentino, así que las dificultades son parte del "modus vivendi" de mi bendita tierra).
De lo que estoy hablando es de no enredarme emocionalmente, no sufrir los problemas. Ocuparme, en vez de pre-ocuparme. Orientar todas mis energías en la acción, no en los resultados.
Ganar o perder no es más importante que el flujo y el reflujo de una ola sobre la playa. Inexorablemente, los ganadores de hoy pueden ser los perdedores de mañana, y viceversa.
Sólo importa saber estar flotando, como un corcho, por sobre la marea, y acompañar armoniosamente los movimientos, los vaivenes de la vida. No somos dueños hoy, ni por ello responsables realmente, del futuro, porque aún no ha sido.
No somos dueños hoy, ni por ello responsables, del pasado, porque ya ha sido. Dado que no somos dueños de lo que pasó, porque ya fue, ni de lo que pasará, porque aún no ocurre, dado que de lo único que somos responsables es de lo que es, y ese es el presente, y dado que el presente es acción, entonces actúa, y quédate en paz.
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