1. Llevar al hombre a considerarse capaz de desarrollar poderes que no tiene él y que no vienen de Dios.
2. Glorificar al hombre hasta hacerle creer que puede llegar a ser como Dios.
3. Por escritos de la Sociedad Teosófica, entre los cuales está "La Doctrina Secreta" de H. Blavatsky y el "Plan del New Age", comunicado a Alice Bailey por el espíritu demoníaco, sabemos que se propone llevar a la humanidad a: una sola religión mundial un solo sistema económico mundial una sola cultura mundial un solo gobierno mundial para lograr el control de todos los habitantes de la tierra
4. Por los escritos de la Blavatsky y de Alice Bailey, y por escritos y presentaciones de teósofos actuales, entre los cuales está el espiritista Benjamin Creme, se sabe que se está preparando a la humanidad para aceptar un "mesías"; para ellos denominado "Maitreya", según sus escritos y doctrinas ocultistas y satánicas; para los cristianos, un "mesías" falso, el anti-cristo. Al respecto dice el Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica (#675): "Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (cf. Lc.18,8; Mt.24,12). La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra (cf. Lc. 21,12; Jn.15,19-20) desvelará el "Misterio de iniquidad" bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne (cf. 2a Tes.2,4-12; 1a Tes.5,2-3; 2a Jn 7; 1a Jn.18,22).
2. Metas aparentes de la Nueva Era 1. Buscar el bien, la salud, la paz, la hermandad. Nuevo orden mundial: utópica sociedad mundial sin tensiones.
3. Metas reales de la Nueva Era 1. Ir preparando, mediante un gobierno único para el mundo, el control de éste por parte de Lucifer. 2. La meta última es la adoración de Lucifer. El Yoga, el Zen, la Meditación Trascendental y el Cristianismo Por el Dr. Manuel Guerra En los últimos tiempos, el mundo occidental se ha dejado llevar por el afán obsesivo de dominar la naturaleza y de tener más cosas, con la particularidad de que, una vez conseguidas, se sigue trabajando a ritmo creciente para cambiarlas por otras más novedosas. Pero, a pesar de contar con recursos jamás soñados, el hombre occidental parece sentirse más desgraciado que nunca. Hastiados del activismo y de la técnica, grupos e individuos occidentales sienten una creciente fascinación por la psicotécnica oriental. De ahí la divulgación del yoga, del Zen y de la meditación trascendental en sus diferentes manifestaciones. No pocos se preguntan en qué medidas son compatibles con el cristianismo esos sistemas. Pero, antes de valorar estas corrientes de procedencia o impronta hindú y budista, se impone describir las etapas de su infiltración en Occidente y su trasfondo doctrinal.
Los libros religiosos del hinduismo y del budismo, traducidos al inglés, son puestos al alcance del hombre occidental por un equipo de especialistas, que -bajo la dirección de Max Muller- publicó en 50 volúmenes los libros sagrados de Oriente.1 A partir de esos años se multiplican los estudios parciales, especialmente del budismo zen y los del yoga. La atracción que ejercen actualmente el yoga y el zen ofrece todos los síntomas de una moda y, por lo mismo, de algo pasajero. Pero resulta innegable el impacto que está produciendo. El terreno estaba preparado. La siembra de ideas ya se había realizado sobre todo entre los Intelectuales. Los gurúes2, los roshi3, etc. itinerantes, se han encargado de que los recursos psicotécnicos de Oriente y, con frecuencia, sus ideas hindú-budistas enraícen y germinen en grupos más o menos amplios por los países europeos y americanos. En los primeros años de la posguerra, se pensó que la quiebra espiritual de Occidente ofrecía una oportunidad excelente para la penetración del budismo, etc. Sin embargo, se quedó en ilusión.
En Europa los budistas -con pagodas en casi todas las capitales de nación y en otras ciudades importantes- son unos 20,000, en Hispanoamérica 160,000, en Estados Unidos 200,000, en Asia unos 300 millones. Mejor suerte estadística ha tenido el hinduismo: 770,000 en Africa, en América 770,000, 350,000 en Oceania, 200,000 en Europa y en la India son 475 millones4.
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