Es la disfunción más frecuente. La definición no es clara, pues, para algunos autores, se trata de la eyaculación antes de los primeros treinta segundos de penetración, en tanto que otros autores alargan la espera hasta sesenta segundos.
La definición debería contener también la impresión de la compañera. Imaginemos que los miembros de una pareja han estado “jugando” con toda clase de caricias, frotamientos, etcétera, y que la mujer ha alcanzado uno o dos orgasmos. Luego, en la penetración, el hombre eyacula antes de un minuto. De todas formas, la mujer ha quedado supersatisfecha. Incluso, en ocasiones, la “preparación” es tan alta que en esos sesenta segundos ella alcanza un nuevo orgasmo. ¿Podríamos llamar a esto “eyaculación precoz” patológica? Seguramente no.
Una definición mejor sería considerar que la eyaculación precoz (30 - 60 segundos) es la que provoca la frustración sexual de la pareja, al menos la mitad de las veces (definición empleada por Masters y Johnson).
Si el hombre eyacula “antes de hora”, durante las caricias o en el momento de iniciar una penetración, y ello frustra a la mujer, ella suele ser la que más se queja de este problema. Hay diferencias culturales muy acusadas. En mujeres que han sido educadas en niveles culturales restrictivos, es posible que se les haya enseñado a asumir el papel de “objeto sexual” y que consideren la relación sexual de pareja como algo necesariamente insatisfactorio. Tales mujeres no se quejarán de la eyaculación precoz de sus parejas, porque ello comporta una relación sexual más corta y, por tanto, menos potencial para la frustración.
Pero si la mujer espera una relación sexual placentera para ambos miembros de la pareja, raramente la conseguirá si aparece la eyaculación precoz. Su tensión sexual aumentará en las caricias del precoito, pero si la eyaculación precoz se produce sin dar tiempo para su orgasmo, se enfrentará a una rápida pérdida de erección junto al periodo refractario masculino, lo que, la mayor parte de las veces, significará el fin de la relación. Si este hecho se repite una y otra vez, de forma rutinaria, acabará por provocar un alto grado de frustración en la mujer, y, posiblemente, en el hombre.
Si la mujer expone sus quejas en forma de decepción o de críticas mordaces, el hombre aumenta su ansiedad para las próximas veces, lo que todavía empeora más el problema.
Las causas de la eyaculación precoz son múltiples. Cualquier circunstancia que provoque ansiedad en el momento de la relación sexual puede actuar como desencadenante. Los varones que aprendieron la sexualidad con prostitutas pueden haber “grabado” la pauta de que “cuanto más rápido, mejor”, habida cuenta de que la prostituta felicita a su cliente cuando éste acaba deprisa (le resulta más rentable).
Los adolescentes que han mantenido relaciones de caricias (el llamado “peeting”), pero que, al mismo tiempo, han adoptado pautas sociológicas que minimizan el papel de la mujer, también están expuestos a “grabar” en sus mentes la respuesta de eyaculación precoz. En tales pautas de “peeting” los adolescentes se besan, acarician y frotan entre sí (muchas veces vestidos) hasta que el varón eyacula. Si la chica, en estos casos, se siente orgullosa de haber hecho eyacular a su noviete, sin preocuparse por ella, está “grabándole” a él la actitud de dar un valor preeminente a la rápida relajación sexual del hombre.
También el llamado “coitus interruptus” (retirar el pene durante el coito para no eyacular dentro de la vagina) provoca trastornos de este tipo. El hombre no siente la necesidad de aprender a controlar su eyaculación. Cuando la siente llegar, se retira, y a otra cosa. La mujer, que se fastidie. A la larga, la rapidez eyaculatoria irá dando paso a la eyaculación precoz.
En otras palabras: todas las pautas de relación sexual que relegan el papel de la mujer, pueden acabar estimulando la eyaculación precoz del hombre. A la larga, las mujeres, también se rebelan ante el hecho de “ser utilizadas sexualmente”, usadas antes que amadas.
El remedio casero de “no tocar” al hombre en el precoito, resulta difícil y angustiante. Si el varón se esfuerza por “pensar en otras cosas”, a la larga, lo que desarrollará será una impotencia, o, lo que es paradójico, una eyaculación precoz más rápida, casi espontánea.
¿Cuál es el tratamiento adecuado?
Cuando tratamos a parejas cuyo miembro masculino sufre eyaculación precoz, lo primero que hacemos es centrar el problema concreto de la pareja, no sólo en el aspecto sexual, sino en cuanto al conjunto de la comunicación entre ellos. Si estos aspectos no sexuales están deteriorados, se les induce a resolverlos por la vía de los “pactos”. Simultáneamente se inicia lo que podríamos llamar la “terapia sexual”.
La información adecuada acerca de la fisiología sexual es imprescindible para resolver cualquier problema. Una primera fase de la terapia, muy a corto plazo, es la explicación detallada del problema, de por qué se produce, y de cómo la ansiedad es su factor más determinante. Se les instruye en la práctica de la “focalización sensorial”, expuesta en el capítulo anterior. Recordemos que las primeras experiencias de focalización, dos o tres en estos casos, excluyen las caricias genitales.
A partir de la tercera o cuarta vez, las caricias corporales se siguen de la estimulación genital. En esta fase, lo mejor es que el hombre se coloque echado, boca arriba, y la mujer sentada . La mujer estimula el pene, y se pasa a la técnica maestra para el control de la eyaculación precoz. De las distintas técnicas existentes, expondremos la de Helen Singer Kaplan, llamada de “parada y arranque”, basada en las de Masters y Johnson:
La mujer estimula manualmente el pene. Cuando el varón siente acercarse la inminencia eyaculatoria, avisa, y la mujer se para. Ello provoca la “pérdida de la urgencia” en eyacular. Tras unos segundos de “parada”, se vuelve a “arrancar” con las caricias. Y así, una y otra vez hasta que la pareja va “grabando” su capacidad para el control eyaculatorio.
Estas paradas y arranques deben realizarse en pareja, y lo mejor es que se trata de parejas estables o muy bien avenidas. No es un tratamiento que pueda efectuarse si acude a la consulta solamente el hombre.
La primera fase se realiza mediante la estimulación manual, para pasar más adelante a la segunda fase, durante el coito con la posición femenina superior.
Los terapeutas sexuales mantienen sesiones periódicas con la pareja, para constatar sus adelantos, evaluar los problemas que se producen y orientarles a resolverlos sobre la marcha.
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