Quien haya visitado la ciudad de Seúl, Corea, habrá visto un nutrido sistema comercial que pugna por mirar hacia el mar, de la misma manera que en otras ciudades el entramado comercial intenta mirar y colocarse en el centro.
En ambos casos, unos sin saberlo y otros con plena conciencia, están practicando el Feng Shui con sus negocios, los primeros porque esperan que la energía del mar y su posición Sudeste les traiga más y más clientes, y los segun¬dos porque enfocan sus expectativas en el qi o centro ener¬gético de la ciudad.
En Corea esperan que sean los de fuera los que vengan a comprar, mientras que los que tienen un negocio en el centro de la ciudad esperan que la masa, atraída por el cen¬tro vital de la misma ciudad, llene sus negocios.
La influencia del mar
El mar tiene una influencia benéfica sobre ciertas zonas, o sobre ciertos países, pero no sobre todos, ya que la poten¬cia del mar necesita de la protección de las altas monta¬ñas, porque el mar representa la riqueza del agua en movi¬miento, la fuente de la vida, pero necesita de una tierra firme, alta y poderosa que la contenga.
En el Feng Shui una montaña alta y poderosa es una buena representación del Norte en donde se pueden alma¬cenar las riquezas extraídas del Sur, que en este caso representa al mar como fuente de materia prima, de vida y de riqueza.
Un gran mar con una extensa llanura continental ase¬gura la llegada de riqueza, pero no garantiza la acumula¬ción ni el aprovechamiento de la misma.
Esto fallo se puede complementar, sublimar o superar construyendo grandes edificios en la costa y dedicando la zona al turismo y la exportación, porque los grandes edificios harían el papel de las montañas que permiten el aho¬rro, y el mar serviría, además de atraer riqueza, de puen¬te de comunicación con las tierras que están más allá del mar.
Los tesoros de las montañas
Las montañas, además de su capacidad de ahorro y acu¬mulación, contienen su propia riqueza agrícola o mine¬ra, pero si carecen de un afluente de agua que haga fluir la riqueza, tendrán poco de dónde echar mano para abaste¬cerse.
Las montañas guardan sus tesoros con celo, por eso si no hay agua corriente cerca de ellas que ablanden su cora¬zón, costará más acceder a sus riquezas. Además, mientras más montañas haya es más difícil el acceso y las comuni¬caciones, y si bien a la gente le gusta bajar, se le hace pesa¬do subir.
Por supuesto, para los mineros las montañas siguen siendo fuente de riqueza, y mientras más secretas, inacce¬sibles y escondidas sean sus vetas, mejor para ellos. Los deportistas y los aventureros también se acercan al influ¬jo mágico de la montaña, pero no siempre hacen negocio con ello.
Hacia el centro físico
Desde el centro físico, hasta el centro histórico o el cen¬tro comercial de un país, una ciudad o un barrio, todo lo que sea centro atrae a las personas, y con ello a los negocios y a los clientes, y es que el centro, en cualquiera de sus formas o acepciones, representa al qi, al mismo centro vital de donde brota la energía de la existencia.
¿Dónde están los bancos y las empresas financieras? ¿Dónde están los grandes almacenes de tradicional pres¬tigio? ¿Dónde están las oficinas más importantes? Obviamente en los centros físicos de todas y cada una de las ciu¬dades del mundo.
Y cuando ya no hay tierra disponible para poner más negocios en el centro de la ciudad, se crean nuevos cen¬tros comerciales en las afue¬ras, y más de una vez un centro comercial se ha convertido en un nuevo barrio o hasta en una nueva pequeña ciudad o pueblo, con lo que los clientes potenciales se plantan alrededor del centro comercial, en lugar de que el centro comercial espere buenamente su visita.
Por supuesto, no todos los centros creados triunfan, de la misma manera que no todas las ciudades ni todos los pueblos han triunfado y permanecido en la historia, pero son muy pocos los centros comerciales que fracasan.
Los antiguos supermercados nacieron con la misma idea de convertirse en centros comerciales donde el cliente pudiera encontrar de todo sin tener la presión de los vendedores, y gracias a ello triunfaron y lo siguen haciendo a lo largo y ancho del mundo, y si bien el pequeño comercio de barrio ha sobrevivido por la cer¬canía y el trato familiar, lo ha hecho a duras penas (en algunos países prácticamente no existe) y sin mover ni lejanamente el volumen de negocio y ganancias que mueven los supermercados, grandes almacenes y cen¬tros comerciales.
El qi o centro vital
Para el Feng Shui, el qi o centro vital, tanto de la ciu¬dad como del mismo negocio, industria o comercio, es muy importante, porque de él emergen todas las fuerzas de la naturaleza y hacia él vuelven logrando el equilibrio nece¬sario e indispensable para establecer la armonía de la exis¬tencia. El centro nos da seguridad, nos hace sentir cómodos y nos evita sorpresas desagradables; en él sabemos lo que vamos a encontrar, nos distrae y nos permite movemos con cierta lib¬ertad y de manera impersonal, es decir, no nos sentimos agobiados por nada ni por nadie, sobre todo al momento de comprar y de escoger lo que queremos.
Con el Feng Shui se puede lograr que un negocio, aun¬que esté situado en un lugar alejado o desfavorable, se con¬vierta en sí mismo en un centro de atracción para los clien¬tes, por medio de una mejor distribución interior, porque cuando un negocio encuentra su qi o centro vital, se con¬vierte en un punto de encuentro, agradable y activo, don¬de el dar y el recibir encuentran su equilibrio.
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