1. Definición

La Inteligencia Emocional es la rama de la psicología que tiene como objeto de estudio el tratamiento de las emociones humanas. Hace referencia a aquella habilidad del sujeto para disfrutar de la vida a partir de un estado de tranquilidad interior.

El hombre es un ser con un mundo interior muy rico, por esta razón, el objetivo fundamental de la I.E es que el ser humano, como ser racional, consciente de sí mismo aprenda a gobernar sus propios sentimientos y no sea un esclavo de sentimientos poco agradables como la ira, la tristeza, el resentimiento, el odio, etc. En última instancia, lo que conviene destacar es que no son las circunstancias externas las que determinan nuestro estado de ánimo sino que somos nosotros mismos quienes decidimos la forma con la que nos enfrentamos a los hechos. Esta idea queda claramente de manifiesto cuando pensamos en el caso de personas que reaccionan de forma totalmente distinta ante la misma situación, por ejemplo, la muerte de un ser querido.

Hoy día, las estadísticas muestran que ha aumentado el número de depresiones en mujeres y de adicciones y ludopatías en hombres. Ante porcentajes tan alarmantes conviene que nos preguntemos qué está pasando, paradójicamente, en la llamada sociedad del bienestar. Y aunque no vamos a negar la importancia profesional en la curación de muchos trastornos psíquicos tampoco debemos olvidar el gran poder que tiene el ser humano dentro de sí mismo para alcanzar la felicidad plena. Realmente, dentro de uno mismo se encuentra el verdadero camino de la esperanza.

Cuando hablamos de felicidad plena no estamos haciendo referencia a un estado ideal ya que damos por supuesto que la existencia humana lleva consigo dosis elevadas e inevitables de dolor y de tristeza; por una sencilla razón: no todos los acontecimientos de este mundo caen bajo el dominio de la voluntad humana, es decir, existen muchos hechos que escapan a nuestro control. El hombre debe ocuparse de los problemas pero no preocuparse; de la misma forma que debe olvidarse de todos aquellos asuntos sobre los que no tiene ningún poder; ¿qué sentido tiene centrar nuestra atención en un asunto que es inalterable? Dar vueltas a un tema que no depende de nosotros sólo produce un aumento de la frustración.

Existen muchas personas que viven en un estado de ansiedad constante. La ansiedad nace cuando una persona vive a la expectativa, sin embargo, es importante destacar que la mayoría de los temores que siente una persona de estas características respecto del futuro nunca llegan a hacerse realidad. Por eso dijimos que es necesario ocuparse en el presente de los problemas pero no preocuparse (el prefijo pre significa antes de tiempo) de asuntos que probablemente nunca sucederán.

Como conclusión, debemos tener siempre presente que el pasado sólo está en la memoria en forma de recuerdo y el futuro todavía no existe, por tanto, la única forma de ser feliz es estar siempre conectado mentalmente al hoy. En vez de revivir continuamente problemas del ayer (que por ser del ayer ya no existen) deberíamos pensar en el aprendizaje que hemos adquirido a partir de esos hechos. Errar es humano, sin embargo, necio es perseverar en el error. El hoy es un regalo, el propio nombre lo dice: presente. Cada día, tenemos una nueva oportunidad para observar la realidad desde un punto de vista diferente. El camino hacia el optimismo empieza por el agradecimiento y por la sorpresa de aquel niño que todavía llevamos dentro de nosotros. En ocasiones, la rutina hace que las cosas pierdan su color; si por un instante nos parásemos a contemplar la realidad de forma renovada veríamos que no podemos dejar de sorprendernos, por ejemplo, con la belleza del amanecer o con el milagro de un nuevo nacimiento. Vivimos en una época en la que predomina el auge de la ciencia experimental, no obstante, lo cierto es que no todo puede ser explicado matemáticamente. La felicidad, por ejemplo, está muy lejos de ser el resultado de una ecuación exacta.