El puro conocimiento intelectual nos lleva al conocimiento de las bases del edificio cósmico, pero nada cambiará en nuestras vidas por ello. Para mover la naturaleza interior y pasar a ser otro ser distinto, superando las tendencias de carácter determinadas que nos atan a las cosas es preciso algo más. Para ello, Dios ha designado 72 potencias espirituales para nuestra instrucción y ayuda.
La tradición esotérica cristiana nos enseña que hay nueve coros de ángeles, formado cada uno por ocho Jerarquías, o sea un total de setenta y dos. En términos kabbalísticos esos 72 ángeles reciben el nombre de “Shemhámphoras”. Popularmente se les conoce con el nombre de genios planetarios (que no deben confundirse con los “logos planetarios” o “kosmokratores” que estudiamos en otro lugar).
Cada uno de esos genios tiene su domicilio en un espacio formado por cinco grados del Zodí aco, de manera que las personas nacidas en esos cinco días, tienen a este Genio realizando las funciones de guardián y de guía junto con otros dos ángeles tutelares.
Por otra parte, los genios tienen un dominio sobre un específico día del año empezando el primero por el 21 de marzo y terminando el último a los setenta y dos días de esa fecha. Vuelve a empezar la rueda de dominio y a lo largo del año recomenzará cinco veces hasta cubrir los 360º del Zodíaco.
Si usted se pregunta qué pasa con los 5 días restantes que tiene el año (ya que de seguirse secuencialmente el conteo cada año, cada genio aparecería así cinco días antes que el año precedente) la respuesta es sencilla: usted sabe que hay días espiritualmente peligrosos en el año: el 30 de abril (Walpurgis), el 24 de junio, el 31 de octubre
(Halloween) y el 24 (y 25 de diciembre). Estos suman, precisamente, cinco, que quedan "vacíos" de protección espiritual.
Pues bien, cada uno de estos Genios transmite una determinada virtud, nos aporta cierto
conocimiento si nos sintonizamos con ellos a través de la plegaria (cuya naturaleza vibratoria amerita otra Lección), les abrimos la puerta a nuestra entidad humana y así ellos pueden infundirnos la sabiduría de que son portadores. Vivir al unísono con esos 72 genios significa estar haciendo lo mejor para obtener un pálido reflejo de omnisciencia.
Las plegarias
Hay que recitarlas una por día por la mañana y mirando hacia el Este, al lugar por donde sale el Sol. Se pueden recitar todas las veces que se quiera durante el día. En el ciclo diario, los Genios rigen períodos de veinte en veinte minutos a partir de la salida del Sol. Si se tiene una petición a formular relacionada con las virtudes del Genio se puede dirigir a Él ese período, pero teniendo en cuenta que el Sol no sale en el mismo minuto cada día, se debe tener un calendario para saber en qué momento sale el sol y sumar a esa hora, la hora indicada en el calendario de regencia de Genios.
Con la plegaria, el amor se anticipará al conocimiento y es preciso saber que en estos Genios reside la base de todos los poderes que el Hombre puede conquistar en el mundo físico.
Para dirigirse a ellos es preferible rezarles en voz alta, siempre que ello no sea un obstáculo para la convivencia, en cuyo caso puede hacerse en voz baja.
Los 72 genios representan los 72 rostros de la divinidad, es decir, corresponden a 72 facetas de la personalidad de Dios, cada una personificada por seres espirituales que se encargan de una determinada tarea.
Los 72 son nuestros ángeles guardianes desplazados por Dios para enseñarnos y protegernos. Son ellos quienes se encargan de "clasificar" las súplicas que los seres humanos dirigen a la divinidad, comunicándolas a la entidad competente. A través de esos 72 rostros de Dios, si se pide en el momento adecuado y sobre un asunto de su competencia se puede lograr lo que se anhela.
Pero lo más importante no son los favores que podemos obtener sino la absorción de las virtudes que cada uno de los Genios contiene. Si por la mañana, al levantarnos, entramos en sintonía con la entidad espiritual que rige ese día de nuestra vida, si nos imbuímos de su presencia, aprenderemos algo que difícilmente conseguiríamos aprender de otra forma, no sólo en el dominio de la espiritualidad sino también en el de las cosas prácticas. La plegaria es la manera de entrar en sintonía con el Genio. Es
una toma de contacto.
Después de recitada, cada uno deberá dirigir al Genio la petición, dentro del dominio de los asuntos que pueden obtenerse de él y que ya se reseña. Si el estudiante no tiene nada que pedirle en ese dominio concreto, se puede formular esa petición para terceros que sí precisen esa virtud en particular.
Es necesario que quien no encuentre inspiración inmediata la escriba después de haberla meditado y que la recite en voz clara, alta o baja.
De esta manera estaremos actuando sobre el mundo de manera intensísima, ya que el Genio está ahí para descargar sus virtudes sobre los Hombres que las reclamen (demasiado comúnmente olvidamos aquello de: “en verdad os digo: pedid y se os dará”).
Hay que formular el pedido intenso de que las virtudes sean derramadas por el Genio y, poco a poco, el mundo cambiará y el sufrimiento desaparecerá. Haciendo esto, aunque no se hiciera nada más en el resto de la jornada, ya se ha aportado un grano de arena a la armonización del Universo, ya que se habrá dejado huella. Por consiguiente, la oración angélica contribuye a equilibrar nuestro karma.
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