Una vez que vamos logrando observar nuestros pensamientos y cuánto estos nos causan malestar emocional podemos comenzar a utilizar algunos métodos para sentirnos mejor. Si bien las técnicas y herramientas que podemos utilizar para esto son muy variadas, algunas de ellas pueden ser:

- En primer lugar preguntarnos si estamos manejándonos en términos de certezas en lugar de probabilidades.

- Verificar nuestros pensamientos desafiándolos y buscando alternativas a éstos que sean más realistas.. Por ejemplo en el caso de María: en lugar de pensar que SIEMPRE él hace cosas asi, pensar que A VECES ocurre que está ocupado y eso no hace que ella no sea importante para él, que hay momentos en el trabajo en que él no puede conversar por teléfono con ella, et, et. De esta forma evitamos pensar todo en términos de extremos: blanco, negro, todo, nada, siempre, nunca; considerando que hay puntos grises e intermedios.

- Pensar las ventajas y desventajas de pensar de esa manera, para uno mismo sobre todo y para la situación que se presenta, etc.

- Buscar la posibilidad de evaluar la situación de otra manera.

- Ver si existen otras opciones para evaluar la situación.

- Preguntarnos que pensaría otra persona, en la que uno confía acerca de estas cosas.

- Pensar qué le diríamos a otra persona que está en la misma situación.

Es importante que las alternativas generadas estén relacionadas con los hechos que a uno le ocurren, de lo contrario, podríamos verlos como reaseguramientos vacíos.

El punto no es liberarse así de todas las emociones, sino aprender a evitar sentimientos dolorosos basados en pensamientos que provoquen malestar, porque no son válidos ni deseables.
Una vez que hayamos aprendido a percibir la vida con más realismo experimentaremos una vida emocional mejor, con una mayor apreciación de la verdadera tristeza – que carece de distorsiones – así como también de la alegría.

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