Y, de esto yo me hago cargo, y, me siento muy orgulloso…; pero ¿Qué podemos decir de los huevos?, que si bien el huevo simboliza el principio femenino del cosmos, y es el modo de reproducirse de aves y peces, se lo suele asociar con la anatomía masculina; me cacho!, que cojones….; pues andale huevon…; y, me chupa un…
Saint-Exupery, en “El principito”, dice bien: “deberás permanecer callado, porque la palabra es suerte de malos entendidos”.
A veces se utiliza con doble sentido, otras sin un conocimiento profundo del significado.
Fue así que en una ocasión –un conocido argentino- queriendo bajar –descender- de un metro –tren subterráneo-, en Madrid –España-, pide a una dama: “Señora, por favor puede correrse…?”; la mujer emprendió su respuesta con carterazos contra el pobre solicitante, sin este saber el motivo de tal embate.
Claro, ¡pues hombre!, que puñetera palabra… “correrse”; en el termino más castizo “eyacular”; pero como nos cuesta tanto las cosas por su nombre…
Para el coito se puede por ejemplo: follar, tirar, comer, coger, trincar, hacer el amor (aunque no siempre sea el motivo de amor), echarse una cana al aire, pegarse una revolcada, transar, culear, trincar…., y no sé cuanta leche más macho...
Otro rosario similar se le da por nombres a los genitales masculino y femenino; el otro día por ejemplo, me enteré de que una de mis sobrinas pequeñas tenía dos colas –por simple paquetería y burda doble moralidad de mi hermano (diacono católico)-; asocié la cola con el rabo, pensé que en España el rabo es el pene, y en fin…, ya me vi con todo un rollo.
¿Qué como luego explicarle a la pobre infeliz?, de que ni rabo, ni cola, ni que cojones, que lo de ella era una bella vagina por donde a demás de mear –orinar-, un día di Dios quería –y si ese Dios existiera-, pariría una bella criatura.
–Lo otro, lo del placer, bien vale que se entere sola…, pues para eso estamos en este mundo-.
¿Tú crees que alguna vez los seres humanos podrán actuar como seres maduros?, yo creo, que a pesar de aparentar ser viejos, muchos de ellos, debajo de esas pieles arrugadas solo ocultan a un niño asustado.
Bueno, sin intenciones vagas, al huevo me remito, ¡huevo dije, macho!;
y veamos cuantas formas de romperlos y comerlos hay.
Antes quiero aclarar que si bien también estuvo relacionado –el huevo- en la antigüedad con las divinidades asociadas al planeta Venus, fue siempre considerado por muchos entendidos y varios escritores y seguidores acérrimos, como un poderoso afrodisíaco. El hombre está inmerso en el ciclo de las estaciones; naturalmente, hace muchos miles de años sus antepasados estaban mucho más expuestos a este movimiento de primavera, verano, otoño e invierno.
No nos olvidemos que después de los fríos inviernos –que simbolizaban la oscuridad y la muerte-, aguardaba la primavera, con todo un mensaje de vida –sol-, de luz y creación; con una inyección –si así podemos llamarlo- de vitaminas obtenidas de todos esos productos frescos –brotes verdes- que incorporaba el hombre a su organismo; con ello los huevos, frescos, producto también de la primavera, y ricos en vitaminas y minerales.
|