Hay una serie de materiales indispensables para realizar un Ikebana:
Elemento floral; ramas, hojas, flores, frutos, ramas secad, etc.
Recipientes: en perfecta armonía de color con el elemento floral y el ambiente a decorar.
Pinchaflores: horquetas, de diferentes tamaños.
Tijeras: de use exclusivo para podar plantas.
Elección de las flores
Así como al contemplar un paisaje hermoso nos sentimos tentados de perpetuarlo en un cuadro o en una fotografía, deseamos también reproducirlo en pequeña escala para introducirlo en la intimidad de nuestro hogar.
Utilizamos para ello las flores, y si bien es cierto que contamos con materia viva, la dificultad estriba en gran parte en la armonía del color.
Procuraremos que el color no sea uniforme pues esto da monotonía y Ie resta atracción. Seria ideal un conocimiento cabal de la naturaleza o por lo menos un agudo espíritu de observación para evitar las combinaciones disonantes.
En moribana, se prefiere no mezclar las flores de zonas montañosas con las de praderas o las acuáticas.
Cada conjunto ha de sugerir claramente el clima y la estación en las que florecen y como un ejemplo de sutileza, describiremos el caso siguiente:
Si tuviéramos cosmos, crisantemos, dalias, espigas doradas y zinnias, llenaríamos los requisitos en cuanto a uniformidad de clima —ya que son todas flores de clima templado—-, de altura, pues crecen en las praderas y de estación —florecen en otoño—, pero si las empleamos todas juntas, formarían un conjunto demasiado brillante, que no condice con la suave quietud del otoño.
Para obtener la impresión francamente otoñal, habremos pues de reducirnos a utilizar poca variedad de flores en cada decoración, combinándolas con frutas u hojas de la
estación.
Recipientes: Al cortar las ramas y flores para introducirlas en el hogar surgió el problema del
recipiente en el cual habían de ser conservadas y lucidas.
Cuando el recipiente es pobre estéticamente, el Ikebana pierde valor, "muere", por falta de fondo.
Así pues, Ikebana y alfarería nacieron y crecen hermanados; todo cambio o evolución en uno
de ellos exige otro tanto de la rama gemela.
En la elección del recipiente debemos tener en cuenta el estilo del Ikebana, moderno o
clásico, y dentro de cada uno de ellos, elegiremos el que más armonice en su decoración
exterior, forma y tamaño.
Desde un principio debe tenerse presente el lugar de la casa que se desea adornar y la altura en que
será colocado el arreglo floral con respecto a la visual de los que lo contemplarán.
Si se desea dar una sensación de amplitud, el recipiente será playo y grande. En cerámicas y
Porcelana es fácil encontrarlos de diversas formas: ovaladas, circulares, rectangulares. Es preferible
que no tengan decoración, pues resultan casi molestas a la vista ya que no siempre concuerdan
con el arreglo que uno desea hacer.
En cuanto al color, queda librado al gusto de cada persona, pero a modo de sugestión diremos
que los colores cobrizos o grisáceos son los que más armonizan en los arreglos otoñales, los
colores brillantes en las decoraciones primaverales, y para los efectos acuáticos se prefieren los
recipientes azulados o verdosos.
La porcelana blanca, además de ser muy fina y delicada, indudablemente presta realce a cualquier
ambiente y decoración; lo mismo diremos de la cristalería.
Los jarrones de boca estrecha decorados, se prefieren para los arreglos de nageire que se hacen
con una o muy pocas flores. Aquí es indispensable una selección rigurosa de color o decoración
concordante con el arreglo floral.
Además, se precisa una pequeña base pesada, provista de clavos o agujeros donde pinchar las
ramas.
Las hay de diversas formas y tamaños en los negocios especializados. Es preferible que sean
inoxidables, y si esto no se consigue, que se les de una mano de pintura anticorrosiva, pues al estar
largo tiempo sumergidos en el agua comienzan a oxidarse y el agua toma una desagradable
coloración.
Por último, se precisan una tijera para podar plantas, un pequeño serrucho para cortar ramas
duras y un pulverizador para refrescar las hojas.
Reunido el material, dedicaremos plenamente el tiempo al Ikebana. No apresurarse, no improvisar,
hacer todo con prolijidad.
Elegidas las ramas o llores, las colocaremos en una mesa, a la izquierda. Frente a nosotros,
ligeramente a la derecha, bien nivelado, equilibrado y con el agua indispensable, el recipiente
en que ubicaremos las flores.
Alistadas así se facilita la tarea, pues la rama principal que será ubicada al principio justo enfrente,
no molestará ni será molestada por las siguientes.
Al cortar las ramas, pensaremos qué inclinación se les dará. A las ramas que se erguirán
verticalmente le cortaremos su base horizontal. Si la rama debe inclinarse, el tajo se hará
oblicuamente para que ese último corte Ie dé la inclinación y la mantenga en su posición.
Si los tallos son demasiado finos y no se pudieran clavar bien, los rodearemos con tallos gruesos
o bien clavaremos un tallo grueso y blando (calas por ejemplo), y dentro de este ajustaremos el tallo
deseado.
Cuando las ramas son muy duras, pueden insertarse dentro de una caña hueca. O bien clavar
Firmemente la caña y atar la rama dura a ésta.
Una vez colocadas las ramas o flores, nos retiraremos unos pasos para observar y corregir
cualquier defecto en el conjunto.
Si la rama fuera muy corta o excesivamente flexible, puede atarse a otra, pero hay que cuidar que
el tallo o la rama de la decoración estén con el extremo bien sumergido en el agua.
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