El Liderazgo cristiano, es un liderazgo básicamente espiritual, que trasciende lo sobrenatural.
Muchas veces, el liderazgo cristiano puede perder las perspectivas, y comparar el liderazgo secular con el cristiano, pero es necesario reconocer que el liderazgo cristiano va más allá del liderazgo secular, ya que este no sólo intenta trascender las decisiones de un líder, sino tomar posesión y posición, en ámbitos espirituales.
El ámbito espiritual es un terreno muy amplio, del cual no se pretenderá ahondar en este tema durante este curso, pero lo indispensable es comprender, que las emociones y los sentimientos, pueden llegar a ser un obstáculo muy directo para que se logren ciertas metas u objetivos, si ellos no son bien canalizados a la hora de tomar decisiones, y hacer acciones que trasciendan, lo más seguro, es que se pierda la perspectiva de la realidad y se realicen estrategias, o decisiones que lejos de trascender, por el contrario dificulten el logro de los propósitos.
Las decisiones más importantes del liderazgo cristiano, no deben tomarse en ningún momento, bajo la influencia absoluta de las emociones o de los sentimientos que tiene el líder en ese preciso instante, por ello, es importante comprender que una persona que no tiene dominio ni de sus emociones, sentimientos u otros rasgos característicos de su carácter o personalidad, no está en la capacidad de asumir un liderazgo, porque tarde o temprano fracasará como líder, y además arrastrará consigo consecuencias negativas por sus acciones erradas.
Aprender a manejar las emociones, o controlar los sentimientos, es un síntoma de madurez espiritual, es por esto, que debe entenderse que una persona que no tenga dominio de sus emociones y sentimientos, es una persona inmadura espiritual, y esto indica que no puede ejercer un liderazgo espiritual, porque desconoce lo que tiene que ver con lo sobrenatural, y no se puede dominar lo que se desconoce. Otro factor muy importante por conocer es precisamente, que el líder cristiano, no sólo debe aprender a manejar sus propias emociones y sentimientos, sino que también él puede llegar a ser un promotor de cambios en las conductas y maneras de reaccionar de la gente al cual él dirige.
Cuando un líder sabe controlar las situaciones, en las cuales se amerita estar enfocado en algo sin perder el propósito por causa de las emociones o de los sentimientos, este de alguna manera, se convierte en un modelo a seguir, ya que la manera como eficazmente enfrenta las decisiones, es la manera como eficazmente queran aprender las personas que están por debajo del liderazgo que él representa. Al contrario, líderes que no saben canalizar sus propias emociones y sentimientos, tampoco podrán enseñar a otros a cómo controlarse, porque obviamente nadie puede enseñar lo que no sabe, y lastimosamente, lejos de obtener buenos logros, pronto la crisis y el caos, se convertirán en síntomas de su mal manejo del liderazgo.
Además, el mundo espiritual, no se conquista con las emociones buenas, o con los sentimientos buenos, y mucho menos con los sentimientos o emociones malas, sino con otras herramientas espirituales, que muchas veces se contraponen a estos.
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