A lo largo de la historia del pensamiento existen diferentes actitudes respecto al tema de la felicidad y el sufrimiento. Por esta razón, en este epígrafe centraremos nuestra atención en el filósofo Arthur Schopenhauer como posible contrapunto a la teoría de Victor Frankl.
El filósofo en su libro “El arte para ser feliz” explica su ética para ser lo menos infeliz posible en este mundo ya que para él la felicidad real en el hombre es una utopía por lo que la verdadera felicidad consiste en evitar el dolor y el sufrimiento.
Es decir, la felicidad no está en la alegría y el gozo (por eso los considera negativos) sino en el dolor y el sufrimiento (que son positivos). De forma que una vida feliz se medirá por la cantidad de dolor experimentado.
Recuerda las palabras de Aristóteles: “El prudente no aspira al placer sino a la ausencia de dolor”. Lo mejor que el hombre puede experimentar es un presente indoloro, tranquilo y soportable.
El hombre no es dueño de su libertad sino que es víctima de su destino. El hombre ha de padecer la vida por lo que lo mejor que puede hacer el ser humano es evitarse sueños y alegrías ya que esto a la larga le hará mucho más infeliz. Schopenhauer aspira a la ataraxia espiritual, es decir, al adormecimiento de las pasiones y emociones, lo cual es imposible en realidad.
El filósofo tiene una concepción negativa de la vida, de la existencia y de la confianza hacia al otro: de hecho recomienda hablar muy poco con los demás ya que nadie sabe guardar secretos por lo que es mejor hablar mucho consigo mismo. Es mejor pasar desapercibido para no llamar la atención de los demás. También recomienda limitar el propio ámbito de acción para evitar todo posible ataque.
El hombre debe evitar las alegrías y placeres más intensos precisamente para alcanzar la ausencia de dolor. Debemos poner meta a nuestros deseos, frenar nuestros impulsos, ser conformistas. Valorar todo aquello que poseemos como si alguien nos lo hubiese robado: solo así, evitaremos el error de no valorarlo una vez perdido y cuidaremos aquello que poseemos y nuestras relaciones con los demás.
Resumiendo, el hombre debe mantenerse sereno anímicamente ante todas las circunstancias de la vida para alcanzar la ataraxia espiritual. Nos encontramos ante una concepción ética que en algunos puntos va en contra de la ley natural puesto que el ser humano, por naturaleza, tiende a la felicidad y la felicidad está allí donde se encuentra la alegría y el placer. El placer es en el cuerpo lo mismo que el gozo es en el alma. Y el dolor es en el cuerpo lo mismo que la tristeza es en el alma.
El sufrimiento es un ingrediente constitutivo de la existencia humana, sin embargo, también lo es la alegría y es una realidad que Schopenhauer niega. De la misma forma, el ser humano no puede ser feliz desvinculado de los demás ya que el hombre es un ser social por naturaleza por lo que la interacción con los demás nos perfecciona y nos mejora cada día como queda de manifiesto en el hecho de que todo hombre es acogido al nacer en el seno de una familia.
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