En la recopilación de artículos titulada Ludopatías, de López (2005), se cita a Custer (1985, p. 35-38) para decir que “Todo tipo de juego genera una cantidad de estrés y tensión, que va a convertirse en el principal factor favorecedor de su mantenimiento. Ese estrés se da como resultado de las pérdidas monetarias que sufre el jugador junto con un sentimiento de inadecuación personal y baja autoestima”.
Se relacionan con la explicación de que una persona continúe jugando y llegue a desarrollar una dependencia, a pesar de las consecuencias negativas que el juego le pueda ocasionar. Según Garrido, “los factores mantenedores se agrupan en cuatro categorías: refuerzos positivos y negativos, estímulos discriminativos; creencias y pensamientos irracionales, falta de habilidades para enfrentar el impulso de jugar.
- Refuerzos positivos y negativos. Los refuerzos positivos que se encuentran en la conducta de juego pueden ser diversos: La ganancia posible de dinero, ilusiones de riqueza, éxito, poder, etc.; el refuerzo social y la activación fisiológica antes mencionada. Los refuerzos negativos son encontrados cuando el individuo realiza una o varias conductas de liberación de algo que le molesta. En el caso de jugadores el juego les ayuda a disminuir o eliminar sensaciones desagradables, pero como estos aumentan a medida que la conducta se repite, la persona estará en un círculo vicioso.
- Estímulos discriminativos. Son estímulos que atraen la atención del jugador y favorecen que se produzca la respuesta de juego (Sonidos, luces, música) que el jugador asocia con emociones agradables o alivio de sensaciones desagradables.
- Creencias y pensamientos irracionales. Cuando el jugador lleva a cabo la conducta del juego, procesa la información de modo que da lugar a pensamientos erróneos, considerados validos para él, y por lo tanto a creencias irracionales.
- Falta de habilidades para enfrentar el impulso de jugar. La ausencia de habilidades de autocontrol, manejo del dinero, la resolución de problemas, etc. Contribuye al aumento de la problemática en la conducta del juego.”
Finalmente y siguiendo a Botella (1994, p. 559-594), hay que decir, que todos estos factores mantenedores se consideran determinantes en el desarrollo del comportamiento del juego patológico.
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