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Siempre digo que entre aquella mujer destruída que una noche de mayo del 92 intentó encontrar la vida, después de haber pisado el infierno, y la que regresó a casa, no había nada en común.
Mi infierno no solamente estaba referido a los años del divorcio, que fueron 3, sino a todo un tiempo anterior, esos 20 años de casada donde la felicidad nunca estuvo presente. Lo primero que hice cuando abrí la puerta de mi departamento fue buscar un papel y un bolígrafo y escribirle una carta a Dios. Hasta tal punto mi fe remontó vuelo. Yo sólo le pedía que uniera mi hogar nuevamente. Y me atreví a que Él me respondiera. Escribí lo que yo suponía era su respuesta. Y lo fue.
La Biblia dice que El da más abundantemente de lo que pedimos. Y fue asi.
Al día siguiente, eché a andar. Comencé a integrarme no sólo a la iglesia,( a un grupo precioso que me recibió con los brazos abiertos), sino a mi casa, a mi pasión que es escribir, a la vida misma. Mi esposo llamaba diariamente, y siempre encontraba a mis hijos que le decían que yo estaba en la iglesia. Es que estaba bebiendo sorbo a sorbo del agua de vida, disfrutando de esa paz increíble, dejando atrás las noches de insomnio, los pañuelos llenos de lágrimas, la angustia. Mi esposo ya no era el problema. Había sido la causa, pero ahora estaba extasiada, aprendiendo cosas nuevas, maravillada ante un mundo que desconocía. Y en el fondo, un cartel luminoso decía JESÚS, UNA MANERA DE VIVIR.
A los 2 meses, mi esposo me citó en un lugar y me dijo que quería regresar a casa.
Comenzó una nueva etapa en nuestras vidas. De eso hace 14 años.
Por ese entonces, yo tuve una visión especial: mientras el pastor de la iglesia predicaba, se superpuso la imagen de mi esposo y no sé cuánto tiempo duró esto, porque no pude medirlo. Sólo sé que por momentos era mi esposo y por momentos era el pastor. No entendí el mensaje, sino mucho tiempo después: él sintió el llamado de Dios para ser pastor y estudió 8 años para prepararse.
Hoy tiene una iglesia muy humilde en las afueras de la Capital y es un hombre de Dios. Creo que ser un hombre de Dios es lo mejor que se puede decir de alguien. A mi me gustaría que alguien dijera de mi: es una mujer de Dios.
Tuvimos que pasar por muchos caminos espinosos, tuvimos que equivocarnos mucho y andar a ciegas por el largo túnel de las mentiras. Tuvimos que pagar el precio. Por eso, hoy miro con dolor a aquellos que se dejan llevar por el canto de las sirenas y tal vez sea su caso. Si es así, siempre estará a tiempo. Pero quiero decirle algo antes de cerrar éste libro: tenga mucho cuidado. La Biblia dice que vendrán muchos en su nombre, y también afirma que no todo el que dice Señor, Señor entrará al Reino de los Cielos. Y es más: que vendrán como lobos disfrazados de ovejas.
No crea que por el sólo hecho de ir a una iglesia que cree en Jesús, está a salvo de la mentira. Desgraciadamente la Palabra de Dios se cumple en lo que hace al engaño. Pero lo detectará fácilmente: si lee la Biblia no lo engañarán. Allí no dice que Ud. tiene que entregar sumas de dinero, y mucho menos contra su voluntad. Si bien la iglesia se sostiene desde los tiempos bíblicos con la ofrenda y el diezmo, también es cierto que Ud. tiene que sentirlo, porque debe ser un dador alegre, no obligado ni presionado por nadie. Dios pondrá en su corazón el dar, y escape de las iglesias que predican constantemente sobre el dinero y la prosperidad. No se hacen negocios con Dios. Dios no le dará por lo que Ud. da, porque entonces sería un negocio fenomenal ser socio de Dios. Dios le pide fundamentalmente su entrega personal: su corazón. Tampoco se deje llevar por el evangelio de las ofertas, donde todo parece fácil y todo lo que tiene que hacer es ir y recibir favores. No es así. Pídale al Señor que le dé discernimiento para saber dónde ha de congregarse, conocerlo realmente y disfrutar de la vida en abundancia que nos ha prometido.
Cuando miro hacia atrás y recuerdo la creencia en las mentiras, me digo cuánto tiempo que he perdido, cuántos años pagando por lo que Dios me ha regalado!
Ud. puede o no estar de acuerdo conmigo. Tal vez Ud. pertenece a una religión que espera aún el Mesías. O a las religiones orientales, que creen en que ésta vida es un karma, y que pagamos por lo que hicimos en la vida anterior...No sé a qué religión pertenece. No importa.
Yo solamente le digo que Dios se deja probar. Yo no fui en su búsqueda, y me lo topé en el camino. El me demostró que sí existía. No hay venganza en El. Lo que hizo en su vida pasada (que está refutada en la Biblia su existencia anterior) si tiene un Dios que le hace pagar, y le volverá a cobrar la cuenta en la otra vida, y otra vez más...mire: Ud. tiene un problema, porque siempre cometemos errores, asi que siempre tendríamos una vida desdichada pagando facturas de la vida anterior.
Solamente PRUEBE A JESÚS. Ha intentado tantas cosas! No sólo que no perderá nada, sino que dejará de una vez y para siempre de darle sustento a esa industria de las mentiras que tiene fascinada a la humanidad.
Me gustaría saber qué piensa de todo esto que hoy he querido decirle. Mi correo está abierto para todos aquellos que respetuosamente, como lo hice yo, quieran exponer sus puntos de vista. Que Dios los bendiga y los dejo con una frase bíblica: HE AQUÍ YO ESTOY A LA PUERTA Y LLAMO. SI ALGUNO OYE MI VOZ Y ABRE LA PUERTA, ENTRARÉ A ÉL, Y CENARÉ CON ÉL, Y ÉL CONMIGO.
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