Puedo decir después de haber pasado por todos los estados de significación de la muerte para mí de: temor, angustia, tristeza. Hoy siento la transmutación de un desgarrador dolor en un inmenso amor.
La observo como un camino, un nacer, una fusión con el todo. El ser lo que soy. Un reencuentro con la conciencia del todo.
Paso de ser conciente de mí a ser conciente del todo. Me libero de la densidad de un cuerpo físico, de las experiencias físicas vistas con el prisma del ego. A un estado único sin dualidad, donde sólo hay esencia. Y retorno al todo.
Uno puede liberarse del eterno proceso de duelo cuando acepta. Cuando no interfiere en lo que creía o cómo le gustaría que sea. Cuando reconoce el dolor pero deja de sufrir. Aceptando que no podrá ser de otra manera. Las cosas o situaciones se acomodan solas.
Uno se limpia mentalmente cuando puede soltar y entregar. Mientras no se haga la entrega en forma total sin condicionamientos la limpieza es parcial. Al soltar o entregar se genera una sensación de alivio, ya no hay pensamientos manipulados desde el ego, ya no hay pensamientos, hay sentires. Te liberas de los famosos diálogos interiores que se suelen dar en forma incontrolada e involuntaria. Sustituyes todas tus opiniones de todo lo que te ocurre y lo aceptas así sin más, por más que no sea agradable, en forma neutra, entonces las cosas se acomodan no como yo quiera sino como son. El desapego, el re-conocimiento de que todo es transitorio que nada es para siempre, que nada se mantiene en forma rígida, que todo es igual pero distinto, genera una relajación y disfrute de más intensidad del momento presente, del aquí y ahora.
Al observar una flor de una planta uno sabe de su transitoriedad y disfruta cada día el verla en su maseta, sabiendo que se marchitará, pero sin saber cuándo. Y ese cuándo tampoco importa. Entonces el disfrute es, y el tiempo no cuenta. Al desapegarme de los roles o programas, puedo relajarme y ser sin esperar el reconocimiento, entonces uno es lo que es y no lo que esperan que sea.
El desapego me libera del temor del apego.
Aquello que para la oruga se llama fin del mundo, para el resto del mundo se llama mariposa.
Lao-Tse.
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