En aquellos
tiempos los monjes eran casi los únicos
que sabían leer y en el occidente cristiano,
la música se había refugiado en
los monasterios.
Cuando Gregorio
el grande (540-604) fue elegido papa, una de
sus prioridades fue desarrollar la música
litúrgica, con el fin de impulsar una
primavera espiritual de los miembros de la iglesia.
La belleza grande y misteriosa del canto gregoriano,
que también se llama “canto llano”,
no puede dejar indiferente a nadie, cristiano
o no. Así la iglesia será durante
muy largo tiempo el único foco de creación
musical. Por lo demás se defendía
su monopolio, condenando al infierno a los legos
si se metían a hacer música.
La iglesia hasta inventó la ópera,
más bien una especie de teatro musical,
que es el antepasado de la ópera y de
todo nuestro teatro. La edad media de los señores
feudales, es también la época
de los trovadores, maravillosos poetas y músicos.
Las canciones de los trovadores hablan del amor
cortesano, de bellas prisioneras, del caballero
pobre y valiente. Cantan también a la
naturaleza, la guerra, la muerte etc. Son obras
maestras. Este arte es limitado en el norte
de Francia y Alemania, pero termina por degenerar
en el siglo XIII, volviéndose grosero.
El nombre gregoriano
hace honor a San Gregorio Magno (504-604) que
pasó a la posterioridad por organizar
su famoso antifonario, un manual de canto que
recogía las principales melodías
cristianas. Su objetivo era crear un canto católico
universal que recogiese lo que solía
transmitirse oralmente. En su época el
cristianismo empezó a expandirse pos
todo el occidente y el canto constituyó
una importante arma de evangelización.
Conociendo tal poder, San Gregorio creó
la Schola Cantorum, una organización
en la que solo podían militar los monjes
previamente elegidos por el Papa tras un severo
entrenamiento de mueve años.
Los historiadores
afirman que en el siglos X, cuando los monarcas
francos iniciaron la campaña de unificación
de su reino políglota, utilizaron los
hilos litúrgicos romanos y el canto en
las iglesias para aglutinar a toda la población.
Es entonces cuando entran en escena la Schola
Cantorum y sus misioneros litúrgicos-musicales,
especialmente preparados a adoctrinar una poderosa
arma propagandística: La leyenda de San
Gregorio, a quien se le atribuía la ceración
de muchas melodías con inspiración
divina.
LA
MÚSICA CLÁSICA:
El término debería corresponder
únicamente a la música culta compuesta
en el período clásico, de mediados
del siglo XVIII hasta principios del XIX. Pero
el uso lo ha extendido también a la música
seria compuesta entre el medioevo y el presente.
Comúnmente
se le llama "clásica", pero
los que saben, dicen que tal nombre se debe
reservar para tal música, pero sólo
para la que se hizo en un tiempo determinado,
que se conoce como el período clásico
de la música, aquel en el que brillaron
Haydn, Mozart y el primer Beethoven.
Se le dice también
música "culta"; pero en el
concepto moderno, toda música es producto
de una cultura, entendiendo por ésta,
el conjunto de ideas, creencias religiosas,
ciencias, artes y costumbres que forman y caracterizan
el estado social de un pueblo o de una raza.
En fin, lo que define
a esta música, es excluyente. Se trata
de aquella que no es popular ni folklórica.
Es hecha por pocos, con la idea de que la gusten
muchos, pero estos no lo son tanto. Sus autores
y ejecutantes han estudiado una larga carrera
en escuelas especiales que se llaman conservatorios,
y sus oyentes, en general, han sido inducidos
a gustarla por tradición familiar, que
después puede cultivarse. Requiere de
cierta iniciativa personal para llegar a ella.
Lo que es definitivo, es que ha trascendido
las fronteras del tiempo y el espacio. Es universal.
Y aquí podría meditarse si lo
es por su belleza o por su mensaje. Probablemente
sea por esto último, porque la música
clásica ha evolucionado en forma paralela
al pensamiento occidental. Esta es su característica
más notable: No es estática, está
en un continuo recambio de formas y modos, buscando
siempre nuevos lenguajes, nuevas formas de expresión.
Esto no sucede en la música de otras
culturas.
Aparte de las limitantes
de no ser folklórica ni popular, la música
clásica está confinada a un ámbito
geográfico, el de la cultura occidental,
es decir, los pueblos europeos y sus herederos
culturales, primero los americanos y después
algunos otros. Hay también una limitante
temporal. Con el término de música
clásica nos referimos a aquella creada
a partir del Renacimiento y que representa el
fenómeno cultural más brillante
que se ha dado en la historia de la humanidad,
solo comparable, por sus alcances, a la ciencia
de la Europa posrenacentista.
Se excluyen las
músicas medieval y renacentista, sin
negar que en ellas están sus orígenes.
Se excluyen también la oriental y la
africana, sin desconocer sus valores. Y es que
esta música clásica occidental
nos dice de estados anímicos muy profundamente
arraigados en los europeos, y por lo tanto en
nosotros, sus herederos espirituales.
Es claro que existen
otras estéticas musicales, tan valiosas
como la música clásica, pero representan
visiones muy diferentes del mundo. Ejemplo de
esto, en nuestro tiempo, es el jazz de Norteamérica.
Normalmente
en música entendemos por clasicismo,
el corto periodo que va desde 1770 a 1810.
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