Naturaleza del placer y del dolor
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NATURALEZA DEL PLACER Y DEL DOLOR
SEGÚN TOMÁS DE AQUINO
MAITE NICUESA

Antes de abordar el tema central de este curso es pertinente explicar cuál es el enfoque de nuestra propuesta filosófica.
Por un lado, desde la base de la antropología tomista que considera al hombre como un ser dual formado por alma y cuerpo, nuestro estudio se centra en el placer y el dolor en su vinculación directa con la naturaleza humana .
Con todo, si bien esos tér-minos son adecuados para describir los respectivos sentimientos del cuerpo, al tratar del alma, es mejor usar los vocablos de gozo y tristeza. En efecto, a este respecto, Tomás de Aquino enseña que "el gozo se opone directamente a la tristeza; el dolor se opone al placer, según que el placer está en el sentido exterior y principalmente en el tacto; pero si el placer es interior no tiene otro opuesto que la tristeza" , es decir, no sólo existe el placer exterior, sino también el interior que equivale al gozo. Sin embargo, Tomás con-sidera que existe más placer que gozo ya que el hombre sólo puede gozar de aquello que es acorde a la razón humana.

El hombre puede encontrar deleite en aquello que no es ético, de hecho, pode-mos comprobar que el modo de ser social propiamente humano requiere de unos códi-gos y unas normas que establezcan unos límites a la libertad de acción. Sin embargo, la experiencia del gozo es íntima y personal. Produce un sentimiento de plenitud tan gran-de que, realmente, no gozamos todos los días. Curiosamente, Tomás de Aquino consi-dera que la alegría es una expresión mínima de gozo.
Por otro lado, con este trabajo se quiere poner de manifiesto que no considera-mos "la ley natural" que rige la naturaleza humana como algo estático, sino más bien como algo dinámico que permite al hombre perfeccionarse siempre a lo largo del tiem-po. Tomás de Aquino, siguiendo al Estagirita, escribe que la felicidad es la acción según la virtud perfecta, y que dicha virtud crece en la medida en que se ejercita , o sea, como hombres libres que somos, no estamos determinados a unos actos fijados, sino que nuestra naturaleza está abierta al perfeccionamiento que rindan en ella nuestras acciones futuras. Somos seres que vivimos en el tiempo, por tanto, tanto el placer como el dolor tienen también una duración temporal. De hecho, en cuanto el placer comienza a perse-guirse demasiado el hombre es víctima de una adicción que siempre tiene consecuencias graves a no ser que sea remediada a tiempo.

Finalmente, tener en cuenta el placer permite comprender mejor la teoría ética del Aquinate. Efectivamente, respecto a este tema indica que aunque “no cualquier vir-tud moral es acerca de los placeres y tristezas en cuanto a su materia (la fuerza es acerca de los temores y audacias), sin embargo, toda virtud moral se ordena al placer y la tris-teza tal como a algún fin consiguiente” . De aquí se puede deducir que los sentimientos que nos ocupan son las consecuencias naturales de los actos, de manera que el gozo sigue a la virtud mientras que la tristeza al vicio. Sin embargo, también puede darse el caso de que la alegría y el placer se den a partir de la tristeza. Por ejemplo, la tristeza produce la ira. Por otro lado, la venganza de dicho mal padecido produce placer en el iracundo.

Además, en la lectura de los textos tomistas hemos encontrado varias virtudes que hacen referencia directa al placer sensible: por ejemplo, la sobriedad versa sobre los placeres del gusto . Por otra parte, con referencia a la prudencia, se afirma que “tal co-mo el prudente busca no entristecerse, también busca no complacerse” . Por otro lado, los incontinentes no encuentran medida para el placer de tal forma que son viciosos etc. De este modo, el carácter de la persona se determina en función de la relación que es-tablece con el placer y la tristeza.
Por esta razón, puede explicarse que existan tantos tipos de carácter como hom-bres hay en el mundo. Incluso, dentro de una misma familia, donde todos los hijos han sido educados del mismo modo, se dan grandes diferencias en el modo de ser de los hijos. La perspectiva tomista apunta que tales diferencias se deben a cómo nos relacio-namos cada uno de nosotros con el placer y la tristeza. Por ejemplo, el hombre fuerte y valiente se enfrenta a la tristeza sin dificultad, en cambio, el débil de carácter se enfrenta a un pequeño inconveniente como si se tratase de un problema enorme. En definitiva, si existen tantas biografías distintas es porque cada quién imprime su sello personal a su existencia.

Cercos, J., “Naturaleza, muerte y mal: notas sobre Tomás de Aquino”, Revista Española de filosofía Medieval, nº 0 (1993), 50 ss.
   In IV Sent., ds. 49, qu. 3, ar. 1d, ra. 3.
     Cfr. sobre el placer: Dubay, Th., “An investigation into the Tomistic Concept of pleasure”, en New Scholasticism, 36 (1962), 67-99.
     Cfr. sobre el dolor: Tittley, R., La douleur sensible: est-elle une passion corporelle ou une passion selon Sain Thomas de Aquin?, Montreal, Pontificia Studiorum Universitas a S. Thoma Aquinatis in Urbe, 1967.
     Cfr. sobre el gozo: Benz, H., "Lust (delectatio) und Freude (gaudium) bei Thomas von Aquin", Bochumer Philosophisches Jahrbuch für Antike und Mittelalter, 7 (2002) 1-23.
     Cfr. sobre la tristeza mi trabajo de investigación, La tristeza según Tomás de Aquino, Pamplona, Facultad de Filosofía, 2005.

          In III Sent., ds. 34, qu. 1, ar. 5, co.     
 
 


 

 

   
 
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