Tan pronto como le exigen una presentación usted tiene que comenzar a tener ideas claras para prepararlas. Comenzar a analizar todos los detalles, decidir si debe incluir soportes visuales como diapositivas o láminas ilustrativas, dedicarle horas de ensayo frente a un espejo por ejemplo.
Todos estos elementos son un gran generador de confianza, pues nos dan la sensación de tener todo bajo control, y de que no existen cabos sueltos.

Incluso si usted repite una presentación varias veces durante un determinado período de tiempo, trate siempre de volver a revisar el material para ver si le puede agregar cosas o quitarles algunas que piense que ya no tienen tanta importancia.
Revisar el material refresca la memoria y genera confianza al agregarle cosas que resulten más útiles a la presentación.

También genera confianza revisar y valorar sus puntos fuertes a la hora de una presentación. Fijarse en qué punto se siente más cómodo, organizar la presentación en función de esos puntos fuertes, y aprovecharlos al máximo.
Por ejemplo: ¿Necesita un guión predeterminado o solamente con un par de anotaciones se siente confiado y seguro?

Otro recurso muy bueno a utilizar antes de una presentación, es hablar con otra persona que usted considere entendida en el tema a tratar, y aprovechar los conocimientos e ideas que pueda tener.
Esta es una forma de prepararse y sentirse confiado al cien por cien de sus capacidades.

Es necesario, en este punto, establecer una estructura del relato. A algunas personas les gusta comenzar dando un pantallazo general y luego ir a los detalles específicos de lo que se está tratando. Y otros en cambio prefieren empezar por los detalles hasta llegar a una conclusión más general.

Lo recomendable es empezar el discurso a partir de una idea básica. De lo general a lo particular. También es necesario ver la reacción de la audiencia a menudo que transcurre su discurso para ver si está yendo en la dirección correcta.

Muchos oradores incluyen en sus presentaciones diferentes tipos de vista. Comienzan desde un punto de vista particular (o sea su propio punto de vista), siguen con el punto de vista de la audiencia, y luego pasan al punto de vista de un “observador neutral”.

Cambiando constantemente de punto de vista se logra que la audiencia permanezca atenta al discurso dado. Esta es una herramienta que lleva su tiempo dominar, pero es increíblemente eficaz para poder enfrentarse a cualquier tipo de audiencia y de situación.