El psicoanálisis sin fronteras
Aún ahora que tanto Freud como Lacan, como muchos otros psicoanalistas importantes han muerto, hay muchas personas que siguen estudiando y practicando el psicoanálisis, aportando nuevos descubrimientos y adaptándose a las nuevas condiciones que ofrecen los tiempos en los que habitamos.

Hoy en día, la telefonía celular, la internet y otras tecnologías han producido una revolución en la forma en la que los seres humanos establecemos contacto unos con otros y con nuestro entorno. Esta situación, sin embargo no sólo no constituye un impedimento, sino al contrario, abre opciones al tratamiento.
Dado que el trabajo del analista es sostener el análisis del analizante por medio de la escucha, para lo cual se establecen en conjunto las condiciones para que éste sea posible, es decir, horario, lugar, forma, honorarios, etcétera, hoy en día muchos psicoanalistas trabajan a distancia atendiendo por teléfono o sistemas de comunicación gratuitos por internet.
Hay quienes piensan que esta forma de psicoanálisis podría tener menor validez al no seguir la tradicional cita en el consultorio del analista y el uso del diván, sin embargo, en la práctica, muchos analistas se encuentran desde hace tiempo sosteniendo los análisis de sus pacientes por estos otros medios, a través de consultorios telefónicos y a distancia, sin que esto haya significado más dificultades o fracasos que en el caso de las citas en consultorio físico.

Algunos mitos y resistencias
El psicoanálisis ha sido acusado de ser caro y elitista. Lo cierto es que la decisión manifiesta de alguien de emprender un análisis es tomada por el analista tan seriamente que aceptará en cada caso, acordar las condiciones para hacerlo posible, y no lo contrario, o sea, imposible. Aclaremos: las condiciones de posibilidad, realmente las establece el analizante.
Existen muchos mitos en torno al psicoanálisis. La gente piensa que las ideas de Freud y Lacan tienen que ver todas con lo sexual. Es rara la persona que no ha oído hablar del complejo de Edipo y del incesto. Lo cierto es que la teoría sexual de Freud, retomada por Lacan, tiene que ver más con la forma en que la familia influye en la peculiar forma que cada quien tiene de amar y de sentirse amado, lo cual suele ser una importante causa de conflictos en que causan gran dolor.
También hay una resistencia muy común a emprender tratamientos largos, que sacuden la estructura de creencias a las que se tiene apego y teniendo a demás que pagar a alguien por el apoyo para hacerlo, aunque se intuya que esa misma estructura es causante de muchas de las dificultades que se viven en el día a día y del consecuente malestar psíquico que produce.
En otras palabras, los peros y justificaciones para no emprender un análisis son muy fáciles de encontrar. Lo que marca la diferencia es la decisión de sí emprender un análisis. Es decir que si alguien realmente desea analizarse, lo hará.
Tal es la posibilidad del psicoanálisis en nuestros días, que la comunidad de habla hispana, por ejemplo, que se encuentra viviendo en otros países, puede acceder a distancia a una psicoterapia en su idioma y a un costo posible de pagar (en Europa y Estados Unidos los analistas cobran de acuerdo con el nivel de vida de esos países).
Hoy en día, tiempos de migraciones masivas, racismo, violencia, discriminación y problemas de toda índole social, económica y política, el psicoanálisis no sólo NO es elitista, sino que logra traspasar las fronteras y atender a todas las personas ―de cualquier edad y condición ― que sufren psíquicamente independientemente de la ubicación geográfica en que se encuentren, brindando el sostén de la escucha a quienes más lo necesitan (que muchas veces son además, los que mayor dificultad tendrían para acudir a un consultorio físico, por ejemplo gente de la tercera edad, con algún padecimiento físico, o cualquier otra situación de poca movilidad).

La única condición, realmente imprescindible, es la decisión de atenderse que les lleve a generar las condiciones de posibilidad.